La democracia

La democracia

Si estamos de acuerdo en que la democracia es el poder de la mayoría, entonces  es oportuno estudiar cómo se manifiesta la mayoría, la que da el poder. Luego tendremos que entrar en la definición y práctica del poder que da la mayoría.

La mayoría se determina por la delegación que da el pueblo a hombres y mujeres para que dirijan el gobierno y administren el Estado.

Por mayoría entendemos, cuando menos, la opinión favorable de la mitad más uno de los convocados, de los participantes, de los ciudadanos.

Si se trata de una nación, la mayoría que decide quién, quiénes, qué hombre o mujer, qué partido va a gobernar, es preciso establecer previamente establecer la mayoría de cuántos decide.

Ello implica preestablecer cuál es el universo de quienes tienen poder de decisión para elegir a quienes dirigirán la nación, el país.

Conforme al diccionario de la Real Academia de la Lengua española, la democracia es: 1. (La) “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. y 2 (El). Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”.

La intervención del pueblo en el gobierno sólo se logra, para que esa participación sea real, mediante el establecimiento de mecanismos de representación, aceptados y respetados por todos, todo el tiempo.

Tan pronto como uno de los mecanismos favorece alguna de las partes, la representación deja de ser democrática.

La democracia es un ideal permanente que hay que poblar con acciones respetuosas de la voluntad popular manifestada sin cortapisas, con toda libertad.

La democracia es una práctica de cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día, sin vacaciones.

Se ligan democracia y libertad, porque la democracia viabiliza, facilita, regula el ejercicio de los derechos cuyo conjunto forman la libertad.

No puede haber democracia en una sociedad en la cual uno de los derechos fundamentales es impedido por la fuerza de las armas o por el cohecho, como es el derecho de elegir y ser elegido.

No puede haber democracia en una sociedad donde la libertad sea vulnerada con tanta facilidad como la orden arbitraria, ilegal e inhumana de pisotear derechos con la punta de un fusil.

La historia está llena de ejemplos de gobiernos y partidos que se  imponen por la fuerza de la inmoralidad o por la fuerza de la fuerza bruta, ciega y empleada para avasallar.

Esa misma fuerza lleva dentro de sí el germen de la libertad que se impone mejor temprano que tarde.

La historia cobra a quienes tuercen el destino de la voluntad popular y ¡ay¡ de aquellos que sabían que actuaban mal y actuaron mal. Los pueblos ni olvidan, ni perdonan.

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