La democracia como inquietud

La democracia como inquietud

Realmente me inquietan las confusiones en torno a lo que verdaderamente supone la idea democrática, porque se habla mucho, se grita y se garatea, con pataleta y todo. Uno, mirando el panorama, llega a la conclusión de que mucha gente cree que democracia equivale a desorden,  a que cada fulano –alto o bajo en poder e influencia- puede actuar según sus deseos porque Democracia significa Poder del Pueblo.

Voy a tomar palabras de un respetado analista político-social italiano, Pietro Pavan, quien en su libro titulado “La democracia y sus razones” (versión española, Editorial Difusión, Buenos Aires, 1961), dice: “Se suele afirmar que el régimen democrático es el  que tiene su origen en la voluntad del pueblo. Del pueblo, para el pueblo, con el pueblo. Tal manera de expresarse encierra muchos equívocos y podría acarrear consecuencias pavorosamente negativas. Ante todo, es preciso llamar la atención sobre el hecho de que el Pueblo no es una realidad que exista en sí misma, que tenga pensamiento propio, voluntad, y que sea principio originario de la acción. En realidad existen seres humanos individuales, cada uno de los cuales puede tener pensamientos propios, voluntad e iniciativa.”

Hasta aquí Pavan.

Cuando se dice Pueblo, hay que preguntarse cuál es la verdadera significación del término ¿Es una determinada clase social? ¿Es la burguesía? ¿El proletariado? ¿Los que pueden mucho o los que pueden poco, debido a múltiples razones, ya sean decentes o indecentes, bien o mal intencionadas?

No se trata de que la imprescindible disciplina popular se imponga a la fuerza.

Ha de imponerse. Sí, imponerse, mediante la educación que favorece la disciplina interna del individuo que está preparado para pensar en beneficios duraderos para sí, y por tanto para la comunidad en que vive.

El término Democracia ha sido y es tratado generalmente como un comodín, como ese naipe que, en algunos juegos de cartas, toma el valor que le da quien lo posee, a consecuencia de un previo acuerdo establecido entre los jugadores. Stalin, el terrible dictador soviético (1879-1953), el hombre de los campos del Gulag y las “purgas” masivas, escribía:

“La democracia en los países capitalistas, donde existen clases antagónicas es, en última instancia, democracia para los fuertes, democracia para la minoría pudiente. En la U.R.S.S. por lo contrario, es democracia para los trabajadores, lo cual quiere decir democracia para todos.   He ahí por qué yo pienso que la de la U.R.S.S. es la única Constitución totalmente democrática que existe en el mundo”. (Stalin, Cuestiones del Leninismo)  

Como se ve, tanto la alusión a la Constitución como a la Democracia, son comodines que se utilizan a conveniencia, con el mayor desparpajo.

Los dominicanos necesitamos comprender que la Democracia se fundamenta en Disciplina, en la aceptación de una justicia sana y valiente, de la cual   carecemos. Y entender que la Constitución no es “un pedazo de papel” sobre el cual se algaratea mucho para nada.  La cosa se reduce a algo sencillo…y difícil.

A  disciplina honrada y valiente.

Impuesta y ejercida.

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