La democracia como modo de existencia de la sociedad política

La democracia como modo de existencia de la sociedad política

Alfredo de la Cruz

La democracia no es exactamente el poder del pueblo, expresión que se puede interpretar hasta para legitimar regímenes autoritarios y represivos. Su significado es que el sentido descendente del Estado hacia el sistema político y luego hacia la sociedad civil, es reemplazada por una lógica que se mueve de abajo hacia arriba, de la sociedad civil hasta el sistema político y de éste hacia el Estado. Manteniendo el Estado y el sistema político su autonomía.

De acuerdo con Alain Touraine, un gobierno que estuviera al servicio directo de la opinión pública tendría efectos deplorables. Es responsabilidad del Estado defender el largo plazo contra el corto plazo, defender la memoria colectiva, proteger a las minorías o alentar la creación cultural, aun ésta no sean demandadas por el gran público. Asimismo los partidos no deben corresponder directamente a clases sociales o a otros grupos de interés. Los grandes partidos populares de masas han sido en casi todas partes amenazas para la democracia más que sus defensores. Touraine, A. (1994). ¿Qué es la democracia?

Una de las fortalezas de la democracia estadounidense es haber mantenido una gran separación entre la sociedad civil y el sistema político. Fortaleciendo el poder de los representantes del pueblo frente al Estado pero también frente a la sociedad. El sistema político y su institución central, el Congreso, no deben tener como función principal colaborar en el manejo del país o ser un escuela en la cual se forman los hombres de Estado. Su papel principal debe ser y es hacer y modificar la ley para que ésta se corresponda con el estado de la opinión pública y también de los intereses.  

El sistema político debe extraer fundamentos de unidad a partir de la diversidad en los actores sociales; a veces invocando los intereses del Estado, y otras, al contrario, organizando alianzas entre grupos de interés diferentes. Para (Touraine, 1994) expresiones como democracia popular o democracia plebiscitaria no tienen ningún sentido. Afirmando que la democracia es una arbitraje institucional entre el Estado y la sociedad cuya libertad descansa sobre la soberanía nacional. Un papel de conexión que requiere la autonomía del sistema político y jurídico.

Entonces el desarrollo de la democracia puede ser considerado como la conquista siempre difícil y amenazada de esta autonomía frente al Estado y en relación con la sociedad civil. Los actores políticos no son sólo los representantes de circunscripciones y grupos de interés, son más aún que los representantes del pueblo, ya que esta palabra designa el equivalente social del Estado y la nación, nociones claramente políticas; son los hacedores de la ley y de las decisiones que se aplican en el territorio nacional. La opinión pública emite opiniones desfavorables sobre los personajes políticos que aparecen como defensores de intereses particulares.

Cuando un partido político, reduce de manera extrema la autonomía de sus elegidos, dándoles mandatos imperativos que lo convierten en delegados más que representantes, e impone una rotación rápida de la labor parlamentaria entre los elegidos de un listado, demuestra su incapacidad para transformar un movimiento social en fuerza política y se expone así a presiones internas, que muy pronto se vuelven insoportables, entre fundamentalistas y realistas.

 Hoy día la globalización de la economía puede entrañar una particularidad extrema de las demandas sociales y culturales, debilitando así al sistema político y al Estado. De manera que la democracia sólo sobrevivirá y se fortalecerá si se reconoce la autonomía del sistema político en relación al propio Estado.

La separación de la sociedad civil, la sociedad política y el Estado es una condición central para la formación de la democracia. Pero ésta separación sólo existe si se reconocen las lógicas propias de la sociedad civil y el Estado, lógicas diferentes y a menudo opuestas, y si existe, un sistema político autónomo para manejar sus dificultosas relaciones, tanto frente a una como al otro. De manera que la democracia no es un modo de existencia de la sociedad en su conjunto, sino en realidad de la sociedad política y, al mismo tiempo, el carácter democrático de la sociedad política va a depender de las relaciones de ésta con la sociedad civil y con el Estado.

Las teorías funcionalistas describían sociedades conformadas por instituciones que jalonan a la integración del conjunto, lo que le daba un papel integrador fundamental a la familia y la escuela, a las costumbres y la religión, así como a las instituciones políticas. Pero es lo contrario, ni el Estado ni la sociedad civil tienen como objetivo fundamental la integración de la sociedad. El Estado responde ante todo a la situación internacional del país, a la defensa de la memoria colectiva, a la planificación a largo plazo; la sociedad civil, está dominada por las relaciones sociales, hechas de conflictos, cooperación o negociación. Es el sistema político el que tiene como tarea hacer funcionar a la sociedad en su totalidad, para ello debe combinar la pluralidad de los intereses con la unidad de la ley y establecer relaciones entre la sociedad civil y el Estado.

Entonces hay que desconfiar de los llamados a la democratización del Estado o de la sociedad misma. El Estado por sí mismo no es democrático no puede serlo, puesto que su función principal ya vimos es defender la unidad y la fuerza de la sociedad nacional, frente a otros Estados extranjeros y cambios históricos más extensos. Como se observa estas funciones ningunas exige en sí misma democracia. Pero también los actores y movimientos sociales que dinamizan la sociedad civil actúan de una manera natural que no es democrática. Entonces, un sistema político sólo puede ser democrático si representa los intereses de los actores sociales. De manera que el lugar de la democracia es el sistema político.   

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