La democracia o nazismo

La democracia o nazismo

DIÓMEDES MERCEDES
Cuando todo se haya privatizado, después de ser despojados de lo que nos daba sentido de pertenencia, igual que de bienes y esperanzas en la sociedad, tenemos que pelear por la vida creativa y satisfactoria contra lo que esencialmente la ataca. Debemos pelear por ella, buscando amparar la propia, con el amparo a la de todas y cada una persona vaciada de si misma en forma sin precedentes, hasta que luego cada una, además de saber su nombre propio, pueda al menos saber propia voluntad, ¿quién es? ¿qué piensa y siente? ¿para qué vivió hasta morir? Será entonces el principio de una resurrección humana.

Esta pelea, categórica, vital, sin carecer de idealismo, obliga a prácticas políticas capaces de conducirnos fuera de las condiciones psicológicas y materiales contranaturales insoportables, a las que sin discriminación y en masa estamos siendo situados por el desarrollo económico que hemos construido y contra sus aparatos que ahora nos gobiernan y sobre los que hemos perdido todo control.

Para la victoria humana sobre lo que la ataca en lo colectivo o en lo individual, ha de hacerse valer en las personas de todos los países la verdad fundamental: «Los principios éticos están por encima de la existencia de la nación. El individuo al adherirse a tales principios, pertenece a la comunidad constituida por todos los que comparten, han compartido en el pasado y compartirán en el futuro esa misma fe». Es la idea que postulara Erich Fromm, y con otras palabras Bertrand Russell. Esa fe única es la democracia en combate permanente contra el totalitarismo. Pero, cuando la «democracia» institucional es un fraude, ¿qué es lo que nos queda? Absolutismo sin contención, terrorismo de las potencias y su despotismo.

Existen en el país y van y vienen por el mundo teóricas y teóricos del sistema, heraldos ideológicos del autoritarismo neofascita mundial, intelectuales condenados y políticos mercenarios, bien promocionados por los medios, muchos de los cuales tienen la tarea o son usados para influir las políticas locales con recetarios puestos en sus manos para reclutar adeptos, seducir ignorantes, confundir públicos y vender por partes el proyecto de gobernación global del nazismo resurrecto triunfante y gobernante, (esto cambiando Reichstag y el Tercer Reich por la imagen de la Casa Blanca) a quienes  es necesario denunciar como lo que son, por «prestantes» que sean.

¿Qué es el nazismo? En primer lugar no es una ideología, ni una filosofía. Es una patología. La patología del poder totalitario en tiempo de «El hombre sin atributos». Una muy bien delineada estrategia que justamente condena y sataniza a Hitler, las SS, los holocaustos, etc.; y nos conduce también a racionalizar esta tragedia humana tomándola como algo del pasado y como el fruto del desvío neurótico de su jefe.

Nada o poco se dice de las circunstancias económicas, sociopolíticas y psicológicas en las que surgió, vinculada con la tendencia a la expansión imperial, de las potencias contendientes. Con la caída del Tercer Reich, esas tendencias solo cambiaron de manos, fortaleciéndose en los Estados Unidos, quien como potencia la imprimió en sus aliados y hoy es una característica mundial que hay que revertir.

El nazismo y su patología han triunfado y su triunfo es la frustración humana que llena de impotencia, soledad y insignificancia a las personas en todo el mundo, absorbiéndolas, privándolas de la espontaneidad y de la alegría del acto de vivir, de pensamiento crítico y autocrítico u original por ende de voluntad.

El resultado político es la sumisión y el clon humano conformista que somos, incapaces de programar destino.

Lo anterior es en cuanto al yo interior muerto de las personas. En lo que se refiere al control de toda materialidad en el mundo, comparativamente Hitler no alcanzó nada y el nazismo actual es amo de todo, cosas y personas.

El carácter autoritarista no es viril, no fecunda ni construye y se nutre del uso y abuso de lo ajeno. Es posesivo, es don de hembras. El carácter autoritarista tampoco es revolucionario, un auténtico demócrata si lo es y al espíritu de esta comunidad en todo el mundo le está ofrecida la aurora del cambio, sin más allá del patriotismo hipócrita, nos atamos a los valores éticos comunes a toda la humanidad.

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