La democracia y la diversidad de ofertas

La democracia y la diversidad de ofertas

El paisaje político de la región latinoamericana parece haberse teñido de democracia. Ella se ha consolidado en buena parte de los países de la región en un contexto de crecimiento económico que ha traído como consecuencia la cacareada expansión de las capas medias y una importante disminución de la pobreza, (CEPAL, 2018, 2019). Esta modificación en la composición social trae consigo demandas nuevas por parte de los diversos actores que hacen más compleja la dinámica socio-política y le complica el panorama a los actores políticos que en no pocos casos parecen desbordados por la nueva situación.
En un ambiente de aparente afianzamiento del aspiracional democrático en el conjunto de los sectores sociales parece comenzar a irrumpir muchas preguntas. Una de ellas que luce fundamental con respecto a los sectores sociales es: En este nuevo ambiente adornado por un importante empresariado, clases o capas medias en consolidación y sectores empobrecidos con mayoría urbana, ¿qué pueden esperar estos últimos desde el punto de vista de su condición social? ¿Cuál es o puede ser, a este respecto, su horizonte aspiracional: las clases medias? Y, en consecuencia y como ya ha sido planteado: ¿una sociedad de clases medias que es, a mi juicio, una manera de expresar el objetivo de justicia y el bienestar social?
Así las cosas, de cara a lo anterior parece no resultar entonces ocioso preguntarse: desde el punto de vista económico, además de la visión neoliberal caracterizada por una lógica mercado-céntrica extrema, y que es dominante hoy en una parte de los países de la región ¿Existe otro horizonte o visión ideológica que compita con ella y defienda el punto de vista antes indicado? ¿Cuál, la socialdemocracia? ¿O, el Estado de bienestar social como la denominan algunos, que analiza sugerentemente Kerstenetzky, 2017, y con el que en opinión de Brezzer Pereira “… se enfrenta tanto a los neoliberales como a la vieja izquierda revolucionaria, y analiza la más notable realización de ingeniería o de construcción política…el Estado de bienestar social”? p. 9.
Y, con respecto a lo anterior, si es que ello es válido ¿cómo se posicionan las diferentes visiones que portan los diferentes actores que constituyen el espectro político hoy existente en nuestro país? ¿Cuál es su oferta o propuesta político-ideológica y en qué se diferencian las unas de las otras? Dicho de otra manera, ¿Cuáles son los proyectos económico-políticos que están hoy en juego y que se ofertan a la sociedad? Y ¿Cuáles son las posibilidades de que por su vía superemos los tres acumulados y arribemos a condiciones que garanticen condiciones de vida digna para todos y todas? Y, las fuerzas políticas existentes ¿tienen alguna idea acerca de este debate, y cuál es su posición al respecto, cuál es su oferta a la sociedad?
A mi juicio, sólo intentando respondernos a las preguntas anteriores puede tener algún sentido la competencia política entre actores diversos. De lo contrario volveremos cada cuatro años por los mismos caminos a una “cantaleta” vacía como expresión de una dramática prostitución de la política y su conversión en un camino para la obtención de estatus y bienestar personal por vías no santas pero sumamente eficaces. Y, sobre todo, en nada se contribuirá a la construcción de proyectos de sociedad “inclusivos” que permitan a las mayorías nacionales arribar por caminos adecuados a niveles de vida dignos y a una sociedad razonablemente justa e igualitaria con independencia de cómo la nombremos aunque el nombrar no es ocioso pues ello nos ayuda a pensar desde horizontes que se expresan en nombres concretos que indican la dirección por la que buscamos caminar.

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