La democratización de la escuela

La democratización de la escuela

La transformación que se ha operado en el sistema educativo nacional, ha traído parejos innumerables problemas.

Se democratiza la educación, los planteles se masifican, pero se pierde la calidad de lo que se pretende enseñar.

Desconozco si los programas actuales descansan en lo que predicó Eugenio María de Hostos o, si por el contrario, no se apoya en doctrina alguna.

Los principios que caracterizaron la escuela de ayer, se echaron por la borda.

El maestro desapareció como figura de respeto y consideración.

La indisciplina es la ley que rige en las aulas y el estudiante se rige por sus propias normas, las que carecen desde luego de principios éticos.

Antes, la simple visita de un director o funcionario de Educación a un aula implicaba una demostración de deferencia. Ahora, el alumno extiende la menor reverencia a su autoridad.

El Inspector de curso se cambió por un empleado de menor jerarquía, al que tampoco se le muestra ningún respeto.

Estamos asistiendo a una era de degeneración de la enseñanza, de pérdida de valores y sentido de aprecio por el conocimiento.

Eso, en modo alguno, significa que no existan alumnos con niveles académicos elevadísimos hasta en poblados distantes.

A ellos se les reconoce cada año en un programa presidencial digno de elogios.

Considero en esa dirección que no todo está perdido en la escuela, pero hay que trabajarla con tesón.

Es posible todavía rescatar la educación de los niveles en que ha caído, fruto de la ausencia de los recursos técnicos y económicos que demanda.

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