La derecha aprieta y avanza en Europa

La derecha aprieta y avanza en Europa

El notable avance en Europa de los partidos políticos de extrema derecha – xenófobos y populistas – frente a los partidos tradicionales europeístas, podría convertirse en una ola gigante con características de tsunami con consecuencias en las próximas elecciones del Parlamento Europeo a celebrarse en mayo de este año.

De imponerse en las elecciones de mayo, cambiaría la configuración del Parlamento Europeo, así mismo como el panorama y agenda de la Comisión Europea y hasta su existencia misma.

Ese avance de la derecha tiene su origen y epicentro en un asunto que nadie quiere hablar: la inmigración de los africanos hacia los países europeos y el trasvase de los rumanos y búlgaros – que son miembros de la comunidad europea – que se mueven desde esos dos países hacia otros dentro de la Unión Europea, compuesta por 28 países.

Es preocupante que por primera vez el Parlamento elegirá al presidente de la Comisión Europea por el voto de los miembros del Parlamento de cada país miembro. O sea, no está en peligro la incumbencia de los actuales jefes de estados europeos, pero como el presidente de la Comisión controla la agenda, el éxito o fracaso de ese organismo – que es el alma de la Unión Europea – podría dar al traste hasta con la ruptura del euro, para sólo citar un ejemplo.

Para que se entienda mejor, el próximo líder de la Comisión Europea será elegido por los europarlamentarios, a propuesta de los jefes de Estado y de Gobierno, que han de realizar sus selección “teniendo en cuenta” el resultado electoral, de acuerdo al Tratado de Lisboa de 2009. O sea, a título de ejemplo, si los social demócratas llegaran a ser mayoría en el Parlamento Europeo, el Presidente debe ser, un socialdemócrata.

Así las cosas, el movimiento derechista se propaga como verdolaga por toda Europa, tres líderes europeos se destacan en el liderazgo del movimiento. Primero, Marine Le Pen en Francia con su Frente Nacional; el segundo, Geert Wilders de Holanda con el Partido de la Libertad, y finalmente, Nigel Farage del Reino Unido con su Partido de la Independencia.

De hecho, el próximo mes, Le Pen y Wilders se reunirán para lanzar lo que antes se consideraba imposible: un movimiento anti emigrante y anti europeo para desmantelar a Bruselas. O sea, acabar con la Unión Europea misma.

Wilders es el más extremista de los tres; en su plataforma incluye la prohibición del Corán y el uso de la burka, deportar los fundamentalistas islámicos y cerrar escuelas islámicas. Se recuerda que en el año 2008 publicó en Internet su película FITNA, donde gestionó explicar el Corán – ridiculizándolo – a través de algunos versos de ese texto religioso.

Sin embargo, eso será misión imposible para Wilders, pues en Europa viven 50 millones de personas que siguen la religión de Mahoma. El islam, junto al judaísmo y el cristianismo son religiones monoteísta abrahamánica. Que yo sepa, ninguna de esas tres religiones practica la violencia. Aunque es cierto que los fanáticos extremistas existen en las tres, el Islam últimamente se destaca por acumular los extremistas más violentos del planeta.

Los partidos de derecha europeos son aliados ideológicos del Tea Party de los Estados Unidos. En América, los miembros del Tea Party tienen tres convicciones fundamentales: que los que gobiernan han perdido contacto con los ideales de los fundadores de la nación, que el gobierno federal está inflado y que la migración ilegal amenaza el orden social.

Mientras, el Tea Party opera en Estados Unidos a través de una tendencia del partido republicano, en Europa los partidos de derecha operan en todos los países a través de partidos pequeños.

Aunque los partidos tradicionales acusan a los extremistas de derecha de fascistas y racistas, su estrategia de desprestigiarlos no está dando resultados. La derecha simplemente avanza, porque los partidos tradicionales no lo han hecho bien. En los últimos cinco años, los grandes grupos poblacionales han pagado los desatinos de los partidos tradicionales en tres formas: tributando más impuestos, con un desempleo masivo y cortes en los beneficios sociales que reciben.

El problema es sumamente complejo, pues la derecha extrema no resolverá nada. Ellos no tienen estrategia de cómo enfrentar la crisis económica, sólo convocan al aislamiento nacionalista y critican la globalización.

Percibo, pues, que la realidad del éxito que está teniendo la derecha se debe a que la Unión Europea no cuenta con una política conjunta de inmigración y, es sabido, que cuando los partidos tradicionales no responden a los ciudadanos, es regla y costumbre que estos se dirigen a los movimientos extremistas. Este, creo, es el denominador común del problema.

La gran diferencia entre la derecha de Europa y la de los Estados Unidos es que la derecha europea avanza, y la de los Estados Unidos retrocede.

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