Sí, la derrota del “Apruebo” constituye una fuerte sacudida para el Gobierno para el grueso de izquierda que hoy es poder en Chile. La contundencia de la diferencia entre votos obtenidos por esa opción y los del Rechazo es apabullante no solo por la cantidad, sino por la calidad. pues muchos de esos votos ahora en contra vienen de su propio caladero de votos de las pasadas elecciones presidenciales. Algo que, paradójicamente, ayuda al presidente Gabriel Boric para llevar a efecto un imprescindible redimensionamiento del proyecto de cambio, y provocar una reflexión sobre lo ocurrido más allá las fronteras de Chile. En ese sentido, el traspiés puede no ser una catástrofe. Son muchas las lecciones que en claves históricas, políticas y sociológicas se pueden extraer de este traspiés de la izquierda chilena. A pocos meses de su experiencia en el poder, esta sufre una contundente derrota, que no es provocada solo por la derecha y la ultraderecha, como errónea y sorprendentemente afirma el presidente Petro, sino, en esencia, por una pluralidad de voluntades que no están de acuerdo o que no entienden algunos puntos cardinales de la propuesta evacuada por la Constituyente. Con sus votos, no necesariamente reprueban el Gobierno sino un proceso Constituyente surgido de un contexto de fuertes tensiones y pasiones que, como es natural, a veces tienden a expresarse con mensajes equívocos de las partes envueltas.
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Es evidente que algunos sectores del Apruebo incurrieron en absurdos maximalismos, en la discusión en el seno de la Constituyente y en la propaganda a favor de la aprobación. Algunos planteaban la disolución de instituciones claves del Estado, colectivización de todas las unidades del proceso productivo etc., que recordaban algunas posiciones extremistas. Otro maximalismo es el tema de la plurinacionalidad y particularidad de los pueblos originarios, algo que parece no estaba en la cabeza de esa población, pues en las 10 comunas de mayor presencia votó Rechazo un 75%.
Chile es un país de mucha capacidad de resiliencia. La mayor responsabilidad de los resultados de este referéndum recae en las fuerzas del Apruebo, en cómo dirigieron el proceso de Constituyente y en la promoción de sus resultados, a ellos le corresponde negociar, incorporar, enseñar, hacer comprender las propuestas y aceptar que muchas son mal orientadas o simplemente inviables en este contexto. Llorar sobre la leche derramada es de niños. Recordando el carácter aun corto de la experiencia chilena y parafraseando al historiador italiano Leo Valiani, creo que el triunfo de los ideales de justicia e igualdad pueden ser “efímeros, pero si conseguimos preservar la libertad siempre es posible comenzar de nuevo”.