La desaparición del liderazgo político

La desaparición del liderazgo político

El ensueño que produce en los políticos al verse aupados, por su carisma, a la cúspide del liderazgo, los envuelve en una atmósfera de ensoñación; mientras logren mantener equilibrada su demagogia con las promesas y con realizaciones bastante aceptables, consiguen que las masas lo apoyen.

Las masas latinoamericanas han sabido aupar políticos a la cumbre de liderazgos increíbles que, con sus habilidades, han sabido equilibrar la demagogia inherente al ejercicio político, con el pragmatismo de un ejecutivo que conoce sus obligaciones asumidas para llevar a cabo un buen gobierno.

Los dominicanos hemos tenido líderes que se han robado el sentir de todos y son respaldados, aun con sus demagogias y falsas promesas, cuando buscan el respaldo en las urnas o aupados por la fuerza, para hacerse querer por un pueblo oprimido. Todos llevan a cabo tareas muy inteligentes para contentar a su pueblo.

En el pasado reciente hemos tenido liderazgos que nos hicieron creer que todo cambiaría para el bien de la colectividad, pero de repente nos dimos cuenta que era más de lo mismo. Esos líderes tenían pies de barro y se derrumbaban con mucha facilidad. Las masas que siguen a esos líderes, se desencantan y buscan algo nuevo, para que hagan lo que no se hizo o castigar a los políticos en el poder, ahítos de actos dolosos y de nueva riqueza personal.

Hemos sido testigos de líderes respaldados mayoritariamente por el país, pero al cabo de pocos años comienzan a perder lustre por sus actuaciones y sus mentiras. En el ejercicio del poder nos quieren engatusar, bombardeándonos con mentiras constantes que se le revierten y ya nadie les cree. Es un ejercicio admirable de distorsión de la verdad como aquel sistema que George Orwell plasmó en su obra “1984” en que un régimen totalitario rescribía la historia a cada instante para ajustarla a sus necesidades. O con métodos similares a los de Goebbels en la Alemania de Hitler.

Existen políticos que por su carisma encuentran una masa apreciable de seguidores y los siguen al sentirse cautivados por su encanto personal. Pero en la euforia del ejercicio del poder resultan un sólido fracaso, ya que reinciden al entregarse de nuevo a gentes que ya le fastidiaron su gobierno, por ser más hábiles y hasta le enlodarían un probable nuevo mandato.

Este pueblo es olvidadizo, y de recuerdos cortos. En los pasados 50 años hemos visto de cómo políticos que son repudiados por el pueblo, resurgen como el ave fénix y se convierten en gobernantes de un pueblo, crédulo y creyente en las demagogias de sus dirigentes, supuestamente arrepentidos de sus pasados.

Con Joaquín Balaguer se repitió la historia. En 1962 él fue repudiado y en el 1966 retornó triunfal al Palacio Nacional, luego, en 1978, salió desacreditado retornando en 1986 con más fuerzas e ideas renovadoras para la democracia. Leonel Fernández y su partido fue rechazado en el 2000, sufriendo la derrota de manos de Hipólito Mejía, que luego Fernández retornó en el 2004 al repudiar a Mejía por un pueblo que conoció de los graves desfalcos financieros y del peculado cometido en su gobierno. Luego, en el 2011, ya se repudia a Leonel Fernández y a su partido, resurgiendo, como el ave fénix, Hipólito Mejía, que para las elecciones del 2012, será el candidato a derrotar.

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