La desesperación cívica
por el dilema electoral

La desesperación cívica <BR>por el dilema electoral

A menos de siete meses para las elecciones presidenciales del 2012, una grave angustia se anida en la mente de todos los dominicanos sensatos y catalogados como la masa silente, la cual es la que decide el resultado de los eventos electorales que se han celebrado democráticamente en el país, debido a la calidad y trayectoria de los políticos militantes en los partidos mayoritarios.

Por una parte, es cosa sabida que debido al desprecio y prepotencia con que nos ha gobernado el PLD, la opinión pública se ha desencantado de sus  propagandas y abrumadora promoción  institucional, así como de las indelicadezas de algunos de sus dirigentes, que los hace ser rechazados existiendo una desesperación popular, que hasta de un clavo ardiendo se agarra la ciudadanía, con tal de liberarse de la epidemia  morada, que no supo sostener el apoyo y simpatías que antes recibían a raudales.

Por el otro lado, estamos amenazados por otra epidemia mayor y  mortífera, de unas huestes blancas sedientas de poder para rehacerse en sus economías depauperadas por sus ocho años fuera del gobierno, que en el período del 2000 al 2004  destruyeron la institucionalidad, cometiendo actos dolosos en que ahora muchos de esos protagonistas  son figuras señeras en torno a su candidato, que hasta hace poco  recibía un masivo respaldo que  ha ido perdiendo ese brillo, que lo hacía lucir imbatible al grito  espontáneo de ¡Llegó Papá!

El dilema del elector es grave, ya que cualquiera que fuera su decisión electoral no sería prometedora para el futuro del país. Lo que hasta ahora han enseñado  los peledeístas es una increíble ambición por acaparar todas las actividades gubernamentales,  reflejándose en las obras públicas,  ya que  no se conforman con un 10%, sino que a nombre del partido, exigen   hasta el 40%, encareciendo las obras.

Además, gente del PLD, en altas posiciones públicas,  han enseñado un gran descaro, primero en sus derroches de dinero por su forma opulenta de vida, sus desprecios por los demás e ignorando las críticas y consejos para que ratifiquen sus actuaciones, pero se creen insustituibles ante las posibilidades de un PRD repleto de impaciencias por asaltar el poder para aprovecharse, como el pueblo sabe que hicieron  en los primeros cuatro años del siglo XXI.

Lamentablemente en el panorama  no aparece otra opción creíble y de confianza, ya que las actuales opciones no han podido labrarse un nicho de aceptación  mayoritaria por una falta de coherencia en sus actuaciones. Al final de cuenta, lo que buscan es cobijarse a la sombra de alguno de los dos partidos mayoritarios y servirse de las mieles del poder.

O sea, que sobre el país se cierne la sombra de la corrupción continuada como forma de vida de los políticos, que para ellos es cosa normal  no ocultar sus propósitos de enriquecerse bajo el ala de su líder,  hacia el cual todavía se vuelcan las simpatías populares. Todavía se cree en ellos, pese que ya las dudas surgen cuando se ve la calidad y reputación de sus asistentes y colaboradores más conspicuos, y que sin pudor son los que más figurean en las calles, restaurantes y medios de comunicación. Ya de ellos se conocen sus reputaciones cuando estuvieron o están al frente de responsabilidades públicas.    

Publicaciones Relacionadas

Más leídas