La desinformación en tiempos de incertidumbre

La desinformación en tiempos de incertidumbre

Fernando Álvarez Bogaert.

Al liderazgo político, económico, social y religioso nacional
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La falsedad informativa ha sido una herramienta central en la estrategia geopolítica de los conflictos internacionales a lo largo de la historia. Desde las primeras guerras, los actores involucrados han comprendido el poder de controlar la narrativa para desmoralizar al enemigo, movilizar a la población y ganar apoyo internacional. Sin embargo, en tiempos modernos, la tecnología y los medios de comunicación han transformado de manera importante el alcance y la eficacia de estas tácticas.

La Guerra Fría marcó un punto de inflexión en el uso de la desinformación como arma geopolítica. Durante este período, Estados Unidos y la Unión Soviética desplegaron sofisticadas campañas de desinformación para influir en el panorama político global. La estrategia soviética de «medidas activas», por ejemplo, consistía en la creación y difusión de información falsa con el objetivo de desestabilizar a los países occidentales y sus aliados mientras estos, por su parte, Occidente utilizó operaciones psicológicas y propagandísticas para combatir la influencia nociva en países claves.

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Con la llegada de la era digital, estas dinámicas se intensificaron. La globalización de los medios de comunicación y la proliferación de Internet ofrecieron nuevas oportunidades para la desinformación.

En conflictos recientes, las herramientas desinformativas referidas, han sido utilizadas en conflictos recientes para fabricar pruebas, desacreditar a líderes políticos y manipular la percepción de eventos en tiempo real. En la guerra entre Rusia-Ucrania, por ejemplo, se han identificado casos de videos falsificados que muestran supuestos eventos bélicos, tratando con ello de confundir tanto a las poblaciones locales como a la comunidad internacional.

Otro factor crucial en esta nueva era es el uso de «granjas de trolls«, que hace referencia a un grupo organizado de troles de Internet que buscan interferir de manera anónima en la opinión pública y de bots (sistemas automatizados) para amplificar la desinformación. Estas técnicas permiten que narrativas falsas se viralicen rápidamente, creando la apariencia de apoyo masivo o consenso. Esto no solo influye en la opinión pública, sino que también puede afectar decisiones políticas y militares, ya que los gobiernos y las organizaciones internacionales a menudo dependen de información en línea para evaluar situaciones.

Frente a estos retos, las democracias enfrentan un dilema: por un lado deben proteger la libertad de expresión y el acceso a la información; por otro, desarrollar estrategias para combatir la información falsa sin caer en la censura. En este sentido, se han propuesto diversas soluciones, desde regularizar las plataformas digitales hasta el desarrollo de herramientas de inteligencia artificial capaces de detectar contenido falso; sin embargo, la eficacia de estas medidas sigue siendo objeto de debate.

Desinformar en la geopolítica internacional ha evolucionado significativamente como resultado de los avances tecnológicos y las nuevas realidades de comunicación. Aunque la desinformación ha venido creciendo significativamente, es importante resaltar que representa, todavía, una parte minoritaria de toda la información disponible, en sentido general, el mayor impacto se produce en la información generada de último minuto.

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