Lo preocupante de la deuda pública no es solo el nivel alcanzado, sino la velocidad a la que aumento y que reducirla a nivel normal llevará muchos años.
Se disparó a US$43,091.1 millones a final de agosto 2020, representando más de la mitad (54.7%) de la riqueza que produjo el país en doce meses. Porque brutal fue el aumento en quince años, US$35,275.55 millones, 28.15 puntos porcentuales del PIB, comparado con US$7,787.39 millones, un 26.54% del PIB, adeudado en 2005.
La deuda pública aumentó en todas partes por desplome de ingresos y aumentos de gastos asociados a la pandemia, y nosotros no fuimos excepción, se incrementó en US$4,499.1 millones de agosto 2020 a julio 2021, para lograr en tiempo récord vacunar con dos dosis a más del 44% de la población y 55% con una dosis, y recatar la economía de la profunda recesión de 2020, cuando el PIB retrocedió -6.7%.
El gobierno de Luis Abinader aplicó la política que a nivel global recomendó el FMI de imitar a Keynes, cuando escribía sobre la necesidad de gastar para salir de la Gran Depresión de 1930, Gran Bretaña estaba endeudada hasta la coronilla. Lo combino con ahorros en el gasto por mejora en la calidad, lo que redujo el déficit fiscal y la deuda se situó en US$47,590.2 millones, un 55.1 por ciento del PIB, en julio 2021.
¿Qué hacer con la deuda que se multiplicó por más de 5 desde 2005 al 2020? Si el gobierno quisiera cancelarla de golpe, tendría que dedicar más la mitad de lo que se produce en un año y los ingresos fiscales de varios años. La buena noticia es que no se devuelve, con el tiempo el balance se vuelve cada vez más irrelevante.
Pero hay dos requerimientos inviolables. Para que la cifra astronómica adeudada sea sostenible en el mediano plazo, el crecimiento real de la economía debe superar la tasa real de interés anual de la deuda, y romper la dinámica del déficit fiscal estructural que se originó en 2005, con una buena reforma fiscal integral que persiga los siguientes objetivos.
Uno, que anual la recaudación aumente proporcionalmente más que la deuda. Dos, continuar la política de sustituir préstamos caros por baratos, aprovechando que en los mercados de capitales las tasas de interés se mantienen en mínimo histórico y plazos alargados, y lo que se impone cuando se tiene abultado endeudamiento, afrontar cada año la necesidad de refinanciar miles de millones de dólares, exigencia que no es un problema cuando es alta la confianza internacional, como es nuestro caso.
Y tres, evitar sustituir distorsiones con nuevas distorsiones, se logra si para aumentar base imponible y modificar tasas, los responsables del diseño de la reforma fiscal integral parten del conocimiento del peso relativo del déficit primario y pago de intereses, en el aumento de la deuda pública en los quince años de historia.
No es igual 80% y 20% que 60% y 40%, respectivamente. No tengo espacio para explicar las razones, solo digo que, para minimizar el costo político asociado a la reforma, se debe ser realista con las expectativas sobre lo que puede lograrse en el corto plazo con el déficit primario, es difícil revertirlo rápidamente, el equilibrio se alcanzara en el mediano plazo.
Reducir la deuda pública a nivel normal llevará muchos años
Deuda aumentó en todas partes por desplome ingresos y aumento de gastos
La recaudación debe aumentar proporcionalmente más que la deuda