La deuda púdica

La deuda púdica

El lector, asombrado, se preguntará el porqué del enunciado de este artículo. Como tópico viral y dinámico la otra ¨deuda¨, la pública concierta un interés inusitado entre los ciudadanos de este país. Se argumentan todo tipo de especulaciones, documentadas no, de su nivel mostrenco que prácticamente la hace impagable y perenne. Otros, defienden los actuales niveles de endeudamiento como un impulsador del ¨desarrollo¨ nacional y agente expansivo multiplicador del ¨bienestar¨ económico nacional.
Sin embargo, este escarceo entre los Pro/Contra Deuda Pública, siempre se queda en el campo especulativo, ya que la base de datos disponibles ha sido cuestionada varias veces por ambos contrincantes. De ahí que siempre tendremos esta Pelea Estelar en los ring (arenas deportivas) intelectuales y académicas.
Sin menoscabar la importancia e incidencia de la Deuda Pública en el devenir de nuestra Patria, también es importante que nos ocupemos de la Deuda Púdica, como mecanismo precursor e incentivante del Estado Anómico que hoy se perfila en nuestra sociedad.
El pudor, como tal, implica un conocimiento total de nuestras debilidades y fortalezas, ante la adversidad y el bienestar personal y comunal. Este conocimiento es lo que garantiza la prudencia y por ende el pudor revestido del recato; cuando ambos fallan, entonces nos damos cuenta de la anomia social en que vivimos.
La falta de pudor genera circunstancias entrópicas, donde la sociedad como tal, genera sus propias fuerzas de destrucción y desolación; el colapso del ordenamiento jurídico.
La corrupción endémica que hoy nos invade, es producto de la dejadez ciudadana y una abulia ante el poder del dinero.
Nosotros, todos, somos culpables de la desfachatez jurídica e institucional, que campea por sus fueros, en esta sociedad corrupta y anómica.
Los dominicanos, olvidamos fácilmente los episodios históricos recientes a cambio de ¨disfrutar¨ de una Paz, sin compromiso y clientelar, producto del oprobio y la sumisión que nos caracteriza,
Tenemos un acervo de experiencias que hemos sepultado, convenientemente, a través de nuestra vida ¨republicana¨.
Este ¨entierro¨ no es más que una prostituida expresión de una cobardía acomodaticia, cultivada por las necesidades perentorias de nuestra pueril existencia.
Cada día nos levantamos con titulares impactantes que resaltan a estos temas-personajes en referencia a su diario acontecer, reflejados en:
· Lo moral, donde el núcleo familiar está en un estado de descomposición tal, que el boato y la vagancia se han convertido el ¨el norte a seguir¨ por una juventud que no encuentra respuesta a sus aspiraciones básicas y concluyentes.
· Lo económico, donde la especulación erosiona los presupuestos de los hogares dominicanos, a tal extremo, que los salarios mininos apenas cubren el 45% del costo de la canasta básica, empujando al componente familiar a ¨buscársela¨ cómo pueda.
· Lo religioso, donde exponentes del clero e iglesias cristianas se han visto en vueltos en escándalos de pederastia, prostitución infantil, sibaritismo económico, etc; actitudes muy alejadas del compromiso moral del dogma de la religión que dicen practicar o ejercer.
· Lo político, donde el clientelismo institucionalizado y la coima han reemplazado a la vocación de servicio, que se supone tenga el servidor público, en el ejercicio de sus funciones.
· Lo institucional, donde la tecnología ha creado entes funcionales pero desprovistos del humanismo, razón de ser de una sociedad organizada y coherente.
· Lo comercial, donde todo un enclave especulativo domina la oferta y demanda de bienes y servicios de esta sociedad.
De ahí que añoramos los fértiles, fecundos y deslumbrantes años de aquel régimen de férrea disciplina republicana, que duró casi 31 años.
Les invito pues a reducir esta deuda púdica revertiendo lo anteriormente expuesto para no seguir profundizando nuestra ¨hipoteca¨ moral, que ni nuestros nietos podrán pagarla.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas