La duda, decía Descartes, es el inicio del acto de pensar: Si dudo es porque pienso. Y si pienso es porque existo.
Una pregunta de filósofos y de mucha gente común: ¿Por qué Dios permite duda sobre su existencia?.
La duda, diría un sabio poeta, es un aleteo de mariposa a la que el viento mueve la rama; entonces, y solo entonces, decide que rumbo tomará su vuelo…
La “teoría del caos” establece que ese aleteo, en un jardín japonés, determinará que un ciclón tome el rumbo hacia California.
Cuando examinamos cómo piensa Pedro o Juan, podemos concluir que piensa muy a lo dominicano y, por tanto, aunque viva en California es uno de nosotros.
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Sócrates tuvo dificultad en cuanto averiguar la verdad; y, siendo honesto, se sintió obligado a concluir: Solo sé que nada sé. Lo cual, para bien o para mal, no lo eximió de opinar, cuidadosamente, de muchas cosas, sobre las que los dominicanos opinamos con desenfreno. También a Arquímedes le hizo falta un punto de apoyo para movilizar al mundo, aunque muchos parecen seguros de poseer conocimiento, palancas y apoyo para movilizar muchas gentes en direcciones comprometedoras.
Parece ser que ignoramos que puesto que pertenecemos a determinados grupos de clase, de etnia y demás, ya venimos al mundo y al escenario con una manera de pensar, de la cual no somos tan libres de zafarnos como creemos.
A menudo, aun a los que nos sentimos más libres y ejercitados para pensar, se nos hace difícil, como a la mariposa, tomar un rumbo, aletear en una dirección ejerciendo completa libertad. La mariposa no eligió nacer ni salir de la crisálida por voluntad y elección propias y libres. Tampoco nosotros.
La plena libertad se produce acaso por mini segundos, que, si usted los acecha y los aprovecha, puede darse ese privilegio de elegir por sí mismo… Y sin que la mente, los sentidos y sus creencias ancestrales lo engañen.
Lo interesante acaso es que una vez que usted se apropia de esa elección usted se puede potencializar infinitamente, especialmente, cuando ese punto de apoyo se convierte en convicción. Por tanto, su creatividad vence la inercia y su entendimiento vence la oscuridad de la ignorancia; entonces el bien que hay en usted puede crecer y vencer la rutina… y el mal.
El pensamiento dialéctico tiene la virtud de colocarse donde está la mariposa, entre el bien y el mal, el yin y el yan, entre la luz y la tiniebla. Y nos permite optar, si es que tenemos suficiente salud emocional, por nuestra evolución espiritual.
La lucha de contrarios nos enseña adaptar la mirada a la oscuridad y a la luminosidad extremas que podrían enceguecernos.
Cada uno de nosotros es un proyecto de vida y racionalidad desde que la madre nos trae a la luz. Vencemos o perecemos ante las trampas morales, espirituales.
Nuestro diseño requiere de recarga espiritual a cada paso. El amor es luz convertida a energía. Con perfecta empatía con el Bien.
Creemos, luego, ¡somos!