La diáspora dominicana

La diáspora dominicana

PENSILVANIA. Misael Ramírez e Ingrid Colón Núñez forman parte de esa diáspora dominicana que salió hacia los Estados Unidos en busca de una mejor suerte. Ellos, al igual que todos los demás dominicanos que viven en el extranjero, se mantienen al tanto de todo cuanto ocurre en su país.

En su computadora mantienen en la barra de «favoritos» a los medios de comunicación más importante de Santo Domingo.

Su actitud demuestra claramente que por más años que tengan en el extranjero y por más distantes que se encuentren y sin importar cual sea su estatus aquí, el corazón del dominicano que vive en el extranjero siempre está apegado a su terruño caribeño.

La añoranza se hace patente en diversas formas: una bandera dominicana colgada en la pared, sobre un escritorio, en el automóvil o en la casa.

Lo mismo ocurre con su gastronomía. El dominicano de estos lares desea siempre el envío de algún producto de su país, tal como el café, los dulces, el queso y, hasta, el salchichón.

Sus reuniones están salpicadas acaloradamente con temas que van desde el deporte, los partidos políticos y la situación social y económica de la nación.

En una estación de radio se escucha de manera vibrante la voz de un locutor dominicano quien aparte de colocar merengue y bachata sostiene conversaciones con conciudadanos residentes y recién llegados de República Dominicana para analizar y enterarse mejor de la situación de la nación. El expresidente Leonel Fernández Reyna figura en la lista de sus entrevistados.

¿Cómo está la situación del país en estos momentos? ¿En que están los candidatos a la presidencia de la República? ¿Quién cree usted que será el ganador? ¿Habrá fraude?

Estas forman parte de las preguntas más candentes que surcan las hondas hertzianas en busca de satisfacer las inquietudes de gente preocupada por la suerte de su nación distante.

Los dominicanos residentes en Estados Unidos se mantienen muy bien informados y sumamente preocupados por su país.

Sus simpatías oscilan entre el doctor Leonel Fernández y el ingeniero Hipólito Mejía. Lo indica claramente la forma aguerrida en que expresan sus defensas en los programas radiales.

Y los conservadores se mantienen todavía atrapados por el fantasma del fraude. «El pueblo votará por Leonel pero el ganador será Hipólito», externó un oyente en uno de estos programas.

Lo más evidente es que en estos dominicanos existe de manera palpable en el hondón de sus almas el trauma de una vida difícil vivida en un país donde carecieron de todo. Y de manera contrapuesta, Estados Unidos ha venido a representar para ellos el lugar de la liberación de las penurias.

Aunque su existencia aquí requiere de un gran sacrificio, ellos prefieren pagar el precio porque pueden tener comodidades que son solo propias de la gente de clase alta de República Dominicana. Además, se sienten libre de las incertidumbres económicas, políticas y sociales.

La gran mayoría de ellos ama a su patria y se resisten a olvidarla, lo demuestra el hecho de crear espacios que evocan a su terruño. Pero solo se limitan a eso, pues volver otra vez representa encadenarse a una vida de angustia, penuria, miseria y dolor en un país atrapado en un círculo vicioso deprimente.

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