La dicha de vivir

La dicha de vivir

Sergio Sarita Valdez

Hace medio siglo que en el hemisferio occidental era de aceptación general el concepto de separar las generaciones por intervalos de 25 años. Ello se hacía atendiendo al ritmo y velocidad de los cambios en los estilos de vida. Si echamos la vista atrás notamos la prolongada duración de las modas de vestir, transporte, música, pintura, arquitectura y artes en general. La velocidad de las transformaciones ha devenido en una carrera vertiginosa que obliga a recortar la medida de las nuevas generaciones. La tecnología con sus frecuentes innovaciones torna obsoletos los modelos de las maquinarias que recién fabrica. Un ejemplo a la vista es el uso de los teléfonos inteligentes, así como las marcas y diseño de los vehículos de transporte. En el continente europeo los coches se mantenían en uso continuo por decenas de años, en tanto que en los Estados Unidos de América se anunciaban nuevos estilos anualmente, por lo que casi nadie retenía un carro más allá de un quinquenio.

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Producir una vacuna tardaba más de un decenio, sin embargo, la pandemia de la covid-19 redujo ese espacio de tiempo a menos de dos años; una verdadera hazaña en el campo de las ciencias médicas. La cirugía robótica se mueve a paso de gigante haciendo de las manos de los cirujanos clásicos piezas anatómicas de quelonios. El arte culinario, los deportes, lectura, escritura, música, baile y tradiciones experimentan cambios que sorprenden al más avispado de los mortales. Estamos siendo testigos de tiempos récord en la entrega de mercancías, viajes por trenes, aviones y barcos. Las comunicaciones intercontinentales se están llevando a cabo en tiempo real con voz e imagen gracias a los avances de la Internet. Las excursiones virtuales por museos y bibliotecas con imágenes en 3D nos ofrecen una sensación de realismo nunca antes soñada. El impacto de la inteligencia artificial con sus redes neuronales y el ChatGpt han sacudido las bases estructurales del andamiaje que sostiene el aparato productivo del mundo desarrollado. A mitad del siglo pasado la otrora Unión Soviética y Los Estados Unidos de Norteamérica consiguieron colocar al hombre en la superficie satelital de la Luna. Al inicio del nuevo milenio La República Popular China y más recientemente La India logra colocar sus instrumentos de exploración en el planeta lunar. También nos llegan imágenes desde Martes con probabilidades de ampliar el más allá a lugares antes inimaginables. El calentamiento global tema antes limitado a sectores avanzados de campo de la investigación científica es ya un asunto de preocupación mundial con gran impacto ecológico, social, económico y político en naciones y pueblos.

La esperanza de vida continúa expandiéndose y muy a pesar de los estragos generados por la pandemia, aún continúa creciendo la población de envejecientes a nivel universal. Se están usando fármacos que retardan y mejoran los efectos del envejecimiento sobre la memoria. Cada día la industria farmacéutica descubre terapias bien específicas para ciertas variantes de cánceres en lo que ha venido a denominarse el tratamiento personalizado. La guerra contra las enfermedades malignas abre grandes brechas esperanzadoras. La rápida evolución informática ha estremecido el aparato burocrático mundial que lo ha tornado al decir Galeano “Patas arriba”.

!Cuán afortunados somos quienes hemos tenido la suerte de vivir estos nuevos tiempos, mezcla de generaciones, cargados de retos y sorpresas!

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