El béisbol tiene sus reglas harto conocidas, aplicadas y modificadas cuando ha sido preciso, pero siempre para facilitar la labor de los árbitros, para conocimiento de los jugadores, para garantizar la transparencia en el juego.
En el béisbol ya hubo de todo, jugadores que apostaban al equipo contrario, a su propio equipo para que perdiera, equipos que vendieron una Serie Mundial de Béisbol de las Grandes Ligas.
Nada de eso ha podido desencantar a la mayoría de los seguidores del béisbol, un deporte que cada día se tecnifica más para beneficio de la transparencia, la legalidad y el respeto a las reglas de juego.
En la búsqueda de la mayor claridad y justicia en las decisiones de los jueces, se colocaron árbitros en las cuatro esquinas del diamante, y luego se agregaron uno para la raya del campo izquierdo y otro para el derecho, para que los veredictos tuvieran testigos idóneos, a lo largo y lo ancho del terreno de juego.
Con el tiempo, las mañoserías propias de personas que irrespetan la ética de cualquier competencia, con las trapisondas de quienes actúan imitando la mala enseñanza de Jalisco, que cuando pierde arrebata, se han refinado los mecanismos de vigilancia y respeto a las reglas del juego.
Actualmente, en la búsqueda de mayor claridad y justicia en las decisiones dudosas del juego de béisbol, se usa la tecnología que permite repetir y congelar una jugada donde la apreciación del árbitro puede estar confundida. Contrario a la búsqueda de transparencia en Grandes Ligas, en nuestro país la práctica política de hoy consiste en aplastar los derechos de la oposición en una demostración de fuerza que los perjudicará mejor temprano que tarde.
Una de las reglas de oro de la democracia es el derecho a ser y estar informado, especialmente del manejo de los asuntos del gobierno y del Estado.
Ninguna puerta debe estar cerrada para la investigación periodística, para la investigación profesional cuando se conduzca a dar al pueblo información veraz, servida con el ánimo de advertir al pueblo para que no lo engañen cuando se administren los fondos del erario.
En la dictadura del PLD las reglas son para violarlas y acotejarlas a prácticas indignas. Su dominio del Congreso, del Ministerio Público y los tribunales superiores, permite a personajillos de dudosa nombradía, producto de un enriquecimiento a velocidad supersónica, someter a la justicia a una persona como el periodista Juan Taveras Hernández, de larga y limpia trayectoria como comunicador y analista de la situación nacional.
El uso del escalpelo para cortar la purulenta práctica de la corrupción es una de las obligaciones del buen ejercicio del periodismo con la cual cumple a cabalidad y sin temor, mi amigo Juan Th ¡Adelante!