La dictadura de la estupidez

La dictadura de la estupidez

J. Luis Rojas

Desde lo pragmático, la dictadura de la estupidez consiste en un ambiente (familia, país, gobierno, empresa, institución, etcétera) donde solo tienen valor las opiniones y puntos de vista de una reducida élite. Los entornos dirigidos, administrados y normalizados por estúpidos, se caracterizan por ser extremadamente excluyentes, egocéntricos, anquilosados, mediáticos, arrogantes, prepotentes y megalómanos. Alrededor de la dictadura de la estupidez, es imposible que la creatividad, la innovación, la sinergia y la sinceridad florezcan y produzcan frutos.

El diccionario de la RAE define la estupidez como “torpeza notable en comprender las cosas”. En República Dominicana, igual que en otros países del mundo, existen muchas empresas privadas y agencias públicas, en las que sus principales áreas estratégicas están asignadas a personas que carecen de las habilidades, competencias y experiencias necesarias para lograr un desempeño optimo al frente de dichas posiciones. La estupidez humana es una fuerza restrictiva, que obstaculiza la productividad de las organizaciones y castra las relaciones humanas. Los estúpidos solo se mueven y construyen redes de amistades por intereses. En pocas palabras, los estúpidos no tienen dignidad. Son asiduos creyentes de la expresión “el fin justica los medios”.

Asumir responsabilidades, situaciones y tarea sal margen de los conocimientos requeridos para resolverlas, se considera como una de las estupideces más grandes del mundo. La dictadura de la estupidez se expande por todas partes. Por ejemplo, subyace en las mentes de algunos estúpidos la idea perversa de crear las condiciones tangibles e intangibles, que permitan establecer un gobierno global, mediante el cual controlar las dimensiones de la libertad humana. Como ha dicho Dietrich Bonhoeffer, militante del movimiento de resistencia contra el nazismo: ”…la estupidez no es un defecto congénito, sino una condición aprendida…”

Como se ha dicho, la estupidez suele caracterizarse por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. En este sentido, los contextos donde impera la estupidez son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento profundo y donde se paraliza el curso dinámico de la vida. La estupidez suele manifestarse cercana a los fanatismos y al ascenso del poder político o religioso; se torna una conducta contagiosa y se genera una especie de ley sociológica-psicológica, en dónde: el poder de uno necesita la estupidez del otro. Se ha demostrado que detrás, en el medio y delante de las malas prácticas, siempre están presentes las acciones de los estúpidos.

Para ampliar el marco referencial en torno a la naturaleza de los estúpidos, se sugiere leer el libro de Carlo Cipolla “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, basado en las siguientes premisas: I.- “Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”. II.- “La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona. III.- “Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”. IV.- “Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error”.(Disruptiva, Óscar Picardo, abril 18, 2022).

En el ámbito de la estupidez, el teólogo y pastor luterano, Dietrich Bonhoeffer, desarrolló una teoría sobre la estupidez humana y argumentó que las personas estúpidas son más peligrosas que las malas. Además, en una de sus cartas expresó: “Contra la estupidez no tenemos defensa. Ni las protestas ni la fuerza pueden tocarlo. El razonamiento no sirve de nada. Los hechos que contradicen los prejuicios personales pueden simplemente ser descreídos; de hecho, el estúpido puede contrarrestarlos criticando, y si son innegables, pueden simplemente dejarlos de lado como excepciones triviales”.(Ídem).

Definitivamente, el mundo actual está rodeado de muchos estúpidos con grandes cuotas de poder. Los líderes políticos de los países más desarrollados del mundo, en complicidad con los CEO de las compañías transnacionales, pretenden controlar todo cuanto existe en el mundo. Existen las posibilidades de que muchos estúpidos maniobran para implantar un gobierno global, que les facilite controlar y limitar la libertad de todos los seres vivos que habitan la Tierra. Hay que comenzar a desarrollar acciones para evitar que estúpidos nacionales, internacionales y mundiales logren instaurar un gobierno para controlar el pensamiento, las decisiones y actuaciones de la población mundial.

Hoy como ayer, la dictadura de la estupidez ha protagonizado y promovido atrocidades en contra de la dignidad humana. Por ejemplo: la esclavitud, el Holocausto de la población judía, los conflictos bélicos entre países, el control por la economía mundial, la destrucción de los recursos naturales no renovables, imposición de patrones alimentarios, establecimiento de sistemas de seguridad social enfocados más a la renta que al bienestar humano, provocar crisis mundiales para incrementar los precios de materias primas esenciales para producción de alimentos básicos, establecer leyes y acuerdos para producir y comercializar medicamentos que mitigan los efectos de enfermedades humanas comunes, obligar a los gobiernos y Estados a patentizar el uso de semillas y especies que inciden en la producción agropecuaria, poner a depender la alimentación de la población mundial de unas cuantas corporaciones transnacionales, entre otras tantas estupideces.

Viendo y analizando las características de los eventos que acontecen a nivel nacional, regional, internacional y mundial, parecería que la misión de los estúpidos es invertir tiempo y recursos para lograr controlar las diferentes dimensiones de la libertad humana. Sin importar el lugar, el momento y las circunstancias, los estúpidos siempre piensan, deciden, actúan y hablan igual que los animales que viven bajo las normas que guían la jerarquía y las relaciones de las manadas y clanes. Por lo general, los que establecen y sustentan las dictaduras de las estupideces, desprecian y marginan a quienes tienen pensamiento propio para criticar y enmendar todo lo que obstaculice el bienestar y la sostenibilidad de los seres vivos.

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