La difícil situación del reformismo

La difícil situación del reformismo

El Partido Reformista, esa extraordinaria fuerza conservadora que al decir del profesor Euclides Gutiérrez Félix heredó la fuerza social del Partido Dominicano, continúa su descalabro político. En las elecciones nacionales de este año apenas y pudo conquistar la simpatía del 8% de los votos depositados.

Para comprender por qué hablamos de descalabro político, es decir, de derrota y quebranto, debe subrayarse que se trata de un partido que dominó la escena política dominicana de 1966 a 1978 y de 1986 a 1996. Es decir, el Partido Reformista ha desarrollado el más influyente y dramático liderazgo partidario de la etapa post Trujillo.

Más todavía: el reformismo es, sin duda alguna, el gran constructor de la sociedad dominicana posterior a Trujillo. Trabajó, bajo una escala de valores propia del trujillismo y con una visión política a la que poco le importaban los registros democráticos, con la eficiencia y la visión que suelen hacerlo las fuerzas políticas conservadoras.

El reformismo construyó prácticamente lo que hay de construido en la sociedad dominicana. Hospitales, escuelas primarias y secundarias, calles y avenidas, carreteras, caminos vecinales y autopistas, edificios para oficinas públicas y para ayuntamientos, plazas culturales, presas y canales de riego, jardines y monumentos históricos como el Faro a Colón, y remodeló la vieja y elegante ciudad colonial de Santo Domingo.

Como causa y efecto de este hecho, al mismo tiempo, el reformismo indujo el desarrollo del segmento empresarial que sustituyó el rol económico de Trujillo, familiares y allegados. En combinación con la política norteamericana de guerra fría, el líder reformista, Joaquín Balaguer, impulsó un conjunto de leyes de incentivos fiscales y crediticios enmarcado en el esquema de sustitución de importaciones. Este empresariado mantiene su hegemonía y, desde otros ámbitos partidarios, sus prácticas, hábitos y visión siguen siendo balagueristas.

De manera, pues, que el reformismo-balaguerista ha dominado la política y la economía dominicana.

Y como ocurre con estas grandes fuerzas político-sociales, su influencia ha ido más allá de su organización y ha trascendido hacia la sociedad en su conjunto y hacia importantes partidos políticos que le adversaron en ideología y en el campo electoral. Tales son los casos del Partido de la Liberación Dominicana y del Partido Revolucionario Dominicano, que en los últimos años han lucido deslumbrados y admirados por las prácticas políticas del doctor Balaguer, por su experiencia, por su capacidad negociadora y por su capacidad de maniobra.

No es exagerado afirmar, incluso, que parece evidente que en el perredeismo y el peledeismo de estos tiempos hay rasgos y maneras de hacer política de pura factura balaguerista-reformista.

Sin embargo, a pesar de esa fortaleza, a pesar del recio liderazgo del doctor Balaguer, a pesar de la enorme herencia que deja el reformismo por su extraordinaria influencia en la sociedad dominicana post Trujillo, el Partido Reformista es hoy en día una fuerza partidaria en franca decadencia. Sus músculos políticos lucen débiles y su capacidad de aggionamento es prácticamente nula.

Balaguer fue un político conservador, pero no fue capaz de irradiar su ideología a su feligresía. Sus seguidores, sobre todo los que ocupaban posiciones dirigenciales en el reformismo, nunca se interesaron por los matices ideológicos, teóricos. Por eso no hay en el reformismo un solo texto que defina y ubique, históricamente, el pensamiento y la obra de gobierno del reformismo y de su líder. Ni siquiera hay balbuceos y matizaciones.

Porque el reformismo que construyó y dejó el doctor Balaguer estaba formado, no por hombres y mujeres que eran políticamente pragmáticos, sino por prácticos de la política.

La dispersión del reformismo no empezó cuando falleció su líder, sino en 1996, cuando apoyó al PLD frente al doctor Peña Gómez. Esta se hizo crítica a partir del 2000, cuando el perredeista Hipólito Mejía ganó el Palacio Nacional. Este, hábil, sabichoso y buscador de apoyos, cortejó a importantes líderes y les prometió el cielo y la gloria. Otros se arrimaron al peledeismo tras la búsqueda de una seguridad que debieron encontrar en su partido.

Ahora, todos los escenarios se presentan difíciles. El reformismo carece de atractivo ideológico y de liderazgos carismáticos. Su militancia está dispersa, emigrando hacia los grupos donde encuentre lo que su organización ha sido incapaz de darle.

bavegado@yahoo.com

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