La difteria

La difteria

La difteria es una enfermedad causada por bacterias que usualmente afectan las amígdalas, garganta, nariz, o la piel. La difteria es rara y más común de ocurrir en personas que no han sido vacunadas y que viven en condiciones de hacinamiento.

Esta enfermedad se transmite a otros por medio del contacto directo con descargas de secreciones de nariz, garganta, piel y ojos de las personas infectedas.

Existen dos tipos de difteria. Uno en nariz y garganta, y el otro en la piel. Los síntomas incluyen dolor de garganta, temperatura leve, y glándulas linfáticas aumentadas o inflamadas en el cuello. Se puede formar una membrana en la garganta. Las lesiones de la piel pueden ser dolorosas, hinchadas y enrojecidas. Una persona con difteria también puede no tener síntomas.

[b]¿Qué tan pronto aparecen los síntomas?[/b]

Los síntomas usualmente aparecen de dos a cinco días después del contagio, con margen de uno a seis.

Las personas no tratadas infectadas con difteria usualmente son contagiosas por hasta dos semanas, y menos frequentemente por más de cuatro. Si son tratadas con los antibioticos apropiados, el periodo de contagio puede limitarse a menos de cuatro días.

El recuperarse de la difteria no siempre produce inmunidad duradera. El toxoide de la difteria usualmente se combina con el del tétano y el de pertúsis (tos ferina) en una sola vacuna triple conocida como DTP. Esta vacuna debe administrarse a los dos, cuatro, seis, y 15 meses de edad, y entre los cuatro y seis años de edad. Todos deben recibír la combinación de toxoide tetánico y difteria (Td) cada 10 años para mantener inmunidad.

[b]Tratamiento[/b]

Ciertos antibióticos, tales como la penicilina y la eritromicina, pueden ser recetados para el tratamiento contra la difteria. Si esta no es tratada, serias complicaciones tales como daño al corazón y desórdenes nerviosos pueden ocurrir. La muerte ocurre en cerca de 5-10% de todos los casos. La única medida y la forma más efectiva de control es la de mantener el más alto nivel de vacunación en la comunidad. Otros métodos de control incluyen el pronto tratamiento de casos y el programa de vigilancia en la comunidad. Cualquiera que tiene contacto con una persona con difteria deberá ser examinada en busca de la enfermedad, tratada con antibiótico y vacuna, y posiblemente tenga que permanecer alejada de la escuela o el trabajo, hasta que se determine que la enfermedad ha desaparecido.

Según la Organización Panamericana de la Salud, en la República Dominicana entre 1997 y 2000 se detectaron 145 casos de difteria con 36 defunciones, por lo cual se han realizado varias campañas de vacunación para prevenir esta enfermedad.

[b]Importancia de vacunar a los niños[/b]

Las vacunas son productos biológicos obtenidos a partir de gérmenes que pueden producir enfermedades (bacterias o virus). Están compuestas por esos mismos gérmenes vivos pero atenuados (debilitados), muertos o por algunas partes de ellos. Además pueden contener otros componentes químicos o biológicos que faciliten su conservación o aumenten su eficacia. En niños sanos no producen enfermedad, sino que estimulan sus defensas naturales para protegerles de la infección.

Algunos pocos padres no llevan a vacunar a sus hijos. Esto puede ser por falta de información o por informaciones equivocadas sobre la gravedad de las enfermedades que se pretenden prevenir, sobre la eficacia de las vacunas o por miedo a los efectos secundarios de las vacunas, por objeciones de tipo cultural-ideológico, o bien por dejadez o abandono.

Sin embargo, el 95% de los niños se vacuna correctamente, lo que sirve para protegerles eficazmente frente a muchas enfermedades contagiosas potencialmente graves o incluso mortales y proteger también en parte a quienes conviven con ellos y no están vacunados.

La vacunación, por tanto, aporta beneficios individuales y también sociales.

Si preguntásemos a nuestros padres y abuelos, todos se acordarían de la viruela y muchos de nosotros tendremos la marca que la vacuna nos dejó en la piel. Hoy en día, esta enfermedad no existe gracias a las vacunas y ya no es preciso seguir vacunándose frente a ella.

Hace ya más de un siglo que se empezó a vacunar y desde hace más de 60 años se hace de forma sistemática. Desde entonces se han conocido efectos secundarios y reacciones adversas de las vacunas, de los que hablaremos más adelante, cuya importancia es mucho menor comparada con los graves daños que hubieran causado las enfermedades que con ellas se han prevenido.

Dependiendo del tipo de vacuna y de la edad de quien la recibe, puede ser necesaria la administración de varias dosis en intervalos de tiempo determinados para conseguir una eficacia completa.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas