Ennoblece tu vida trabajando, tú, buscador de realidades, tú que entregaste tu existencia al mero palpitar de los momentos que ofrecen el olvido de la faena, realizada en el día; busca una canción de alegría a tus tristezas, cuando éstas hayan sido debidas al sacrificio; búscala también cualesquiera que sean los motivos de tu pena.
Hay una misión eterna, una labor que purifica el alma y el espíritu: el trabajo, no importa cuál sea este trabajo eternice la vida, que sirva a un mejoramiento social, a una norma de conducta personal que sea índice para las generaciones futuras. Tú que eres buscador de realidades, ¿Por qué no busca “la dignidad y la valía de ser humano? ¿Por qué no buscas los medios que faciliten una estabilización de la paz mundial, que asegure, por el mayor tiempo posible, tranquilidad al género humano? ¡Ay!, desgraciadamente, tu búsqueda tiene un fin lucrativo, importándote el que otro sufra, el otro que muere por causa tuya. Tú, buscador de realidades, es preciso que sepas que “no se viene a vivir por vivir, a entregarse al goce de las comodidades creadas por el ingenio, ni a agrandar sólo el demonio material”, se viene al mundo a realzar una labor, como el agricultor que trabaja la tierra hasta que ésta nos regala su fruto, se viene a dignificar la vida con nuestro sacrificio, con nuestro trabajo, se viene a repartir el bien, a dar muerte al odio, a reconciliar vidas, a dejar en un rincón las cosas efímeras.
En nuestra vida debe existir un programa a realizar y este debe constar de varios puntos esenciales: amor, bondad, trabajo, belleza y entre todos uno que sirva para modelar los caracteres y establece la armonía sobre la tierra. La armonía será producto de los primeros cuatro puntos, conseguidos estos, ese quinto vendrá por sí solo a llenar los huecos dejados. Pero no olvides tus faenas cuando reine la paz en tu mundo, recuerda que hay otro motivo fundamental en la vida, al ritmo de la evolución. Hay que evolucionar, que equivale a perfeccionar.