Siendo estudiante de postgrado, de la escuela Graduada de Planificación, de la Universidad de Puerto Rico, tuve el privilegio de presenciar un debate entre dos grandes economistas, Walter Heller y Milton Friedman.
Pocos conocen el nombre de Walter Heller, uno de los primeros directivos del Consejo de Asesores Económicos del presidente Kennedy. En 1968, sin embargo, ya era un gigante de la economía que publicaba en todas las principales revistas.
Sin embargo, Milton Friedman, de la escuela de economía de Chicago, ya tenía mucha fama por sus enfoques monetaristas del acontecer económico del momento.
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Este debate, realizado en 1970, fue una ocasión para repetir las ventajas y virtudes de una década de desarrollo en teoría, observaciones y métodos económicos; un verdadero intercambio inmensamente civilizado, que podría interpretarse como una desviación de lo que ahora estamos acostumbrados. Además, comunicó ideas económicas de alta calidad al público asistente.
Hay un momento clave en ese debate que es particularmente importante para las discusiones macroeconómicas actuales.
En un momento, Walter Heller invocó la idea de la inflación impulsada por los salarios. El concepto es bastante simple: si los sindicatos u otras fuerzas políticas o sociales impulsan aumentos en los salarios, los precios de oferta subirán.
Sin embargo, Friedman arremetió sobre esta afirmación, argumentando que es tautológica (Enunciado que, con otras palabras, repite lo mismo que ya se ha dicho, sin que aporte nueva información).
Después de todo, enfatizaba Friedman, un salario es un precio. Decir que el aumento de los salarios causa el aumento de los precios es lógicamente circular y redundante.
NOTA: Sin duda, si se exigen salarios más altos sin cambiar la productividad laboral, los precios subirán. Este argumento podría ser una correlación coincidente, sin embargo es engañosamente cierto. Obligar a aumentar los salarios cuando la productividad no aumenta conduce a una menor producción. Esto es lo que hace que los precios suban. El aumento de los precios en este caso es un síntoma de que se están produciendo menos bienes.
Desafortunadamente, el ataque de Friedman a Heller no ha tenido ningún efecto en los círculos políticos, sindicales y mediáticos.
Los programas de noticias y los comentaristas económicos aún repiten variantes de la afirmación de Heller: el aumento de los salarios contribuirá a la inflación. Elija cualquier canal de noticias en cualquier día y seguramente escuchará el término «inflación impulsada por los aumentos salariales».
Es importante señalar que cualquiera que incurra en el análisis del Índice de Precios al Consumidor (IPC) encontrará que la magnitud de los aumentos de precios dependerá de la magnitud de la caída de la producción vendida a los consumidores. Aquí se cumple que la reducción en la oferta de bienes es el verdadero factor y detonante de la inflación.
Las industrias intensivas en capital, por ejemplo, tendrán aumentos de precios menores, en su oferta de bienes y servicios, que las industrias intensivas en mano de obra, después de que reduzcan su producción, debido al aumento de salarios. La productividad per cápita de las primeras es mucho mayor que las de uso intensivo de mano de obra.
Comparemos esto con otro caso en el que los precios suben: una expansión de la oferta monetaria.
Si un banco central pone más dinero en circulación, la productividad inherente de los agentes económicos no cambia. Si la productividad no cambia, la inflación solo refleja la mayor abundancia de dinero. El nuevo dinero podría ingresar a la economía de manera desigual de modo que, los precios de producción y los salarios también suban, de manera desigual.
De ahí que si algunos salarios aumentan antes que otros salarios y otros precios, esta brecha salarial pudiera precipitar algunos aumentos en la demanda de los hogares y aumentarán los precios de otros bienes.
Sin embargo, este es un síntoma de la inflación inducida por el cambio en el dinero. No es la causa. En otras palabras, es solo un espejismo causado por el desordenado proceso de ajuste a los cambios en la oferta monetaria, y sus posteriores secuelas producidas por ¨recoger el dinero de más¨ a través de aumentos en la Tasa de política Monetaria.
No hacer la distinción entre estos dos casos es lógicamente peligroso. Este peligro es más visible cuando se discuten los efectos de ciertas políticas públicas.
En los Estados Unidos, la administración Biden, por ejemplo, ha impulsado muchas políticas laborales a favor de los sindicatos para aumentar los salarios. Muchos conservadores han respondido argumentando que esto impulsará a su vez los salarios y los precios. Muchos economistas han demostrado que este no es el caso. Los sindicatos pueden causar precios más altos, pero solo en la medida en que las empresas deben reducir la producción mediante el despido de algunos trabajadores. Puede haber un caso para oponerse a tales políticas a favor de los sindicatos. Sin embargo, se basa en el efecto sobre la producción más que en el efecto sobre las tasas de inflación.
En resumen: Si aumentan los salarios y se logran niveles óptimos de productividad, el efecto Friedman se cumplirá cabalmente.