La diplomacia deportiva

La diplomacia deportiva

Comentaba un experto en mercadeo que la Cumbre de la CELAC se debía aprovechar para el desarrollo de una estrategia de reposicionamiento de la imagen del país más allá de la actual de “sol, playa y arena”.
Como decía Donald Rowland, en su artículo publicado en este diario, la Marca-País ayuda a construir un significado a un territorio.
Y eso perfectamente también puede lograrse mediante el deporte. La diplomacia deportiva, a mi modo de ver, es otra herramienta útil para el reposicionamiento de la imagen del país a nivel internacional.
Hace poco, una alta comitiva de los Chicagos Cubs visitó al Presidente de la República; y estuvo presente en la serie final del béisbol dominicano.
Y eso es importante. Los peloteros dominicanos son los primeros embajadores honorarios del país en el exterior. Y eso bien puede hacerse oficial, como una política estatal. Pero, además, son muchos los eventos que se pueden realizar en el país, aparte del béisbol, si el país fuera la sede de ellos, si se tuviera una política diplomática en materia deportiva.
En Corea del Sur, recuerdo cuando fui embajador en esa nación, cómo el Estado se disputaba la sede de grandes eventos deportivos para celebrarlos en provincias o ciudades del interior, a fin de auspiciar la entrada de turistas y dinamizar la economía; a cada turista se le llevaba a paseos o tours por la ciudad, y se promovían las artesanías locales, los restaurantes y las tiendas eran impactados por la visita de extranjeros con motivo de esos eventos.
Un torneo de tenis en el 1972 sirvió para que Estados Unidos y China establecieran relaciones diplomáticas en los años 70.
Mandela se valió del equipo nacional de rugby surafricano para unir a dos comunidades enfrentadas durante el Apartheid. Reino Unido utilizó la plataforma de los Juegos Olímpicos de Londres para promover la reputación del país en el extranjero.
Los dominicanos bien pudiéramos usar más el deporte, el béisbol, el tae kwon do, el tenis y otras disciplinas, para promover una imagen más positiva del país en el exterior, para resaltar la estabilidad económica de la nación, para impulsar el turismo deportivo; para atraer la atención del extranjero hacia la nación dominicana.
Que hay un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol.
Pero que no es triste ni agreste ni despoblado, como decía el poema, sino que es un país de gente alegre, que ama la paz y el deporte, llena de valores espirituales y humanos.
Estoy convencido, pues, que el deporte fomenta la cooperación y las relaciones internacionales.

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