La división derrotó al PRD

La división derrotó al PRD

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Las sanciones anunciadas por la Comisión Política del PRD contra su presidente  Miguel Vargas y un grupo de destacados dirigentes nada aportará  al fortalecimiento institucional de la principal organización opositora. En cambio, diezmará sus fuerzas, disminuirá apoyos externos y el PRD carecerá de legitimidad para enzarzarse en el ansiado diálogo de la agenda nacional.

Las suspensiones y expulsiones a Vargas y  seguidores,   por la Comisión Política controlada por el ex  candidato Hipólito Mejía, retrata de  cuerpo entero los profundos rasgos de intolerancia e incapacidad negociadora que caracterizan a ese sector del PRD. Las razones de la derrota perredeísta hay que establecerlas en la profundidad de su propia escisión; la división derrotó al PRD; la candidatura de Mejía nació erosionada. Salió gravemente fracturada de la convención perredeísta celebrada en marzo del 2011.

Fue una fractura abierta, al mejor estilo del diagnóstico traumatológico, la cual presentaba considerable riesgo de infección política, pues requería de un periodo bastante largo para consolidar su curación atravesando una campaña electoral, pero cuyo tratamiento incumplió el objetivo esencial: restablecer la anatomía perredeísta.

Mejía fue el beneficiario aparente de ese accidentado proceso, que parió tardíamente, y sin reconocimiento satisfactorio del perdedor, un dudoso resultado emitido por una Comisión Electoral también de dudosa imparcialidad, la cual acomodó porcentajes (53% a 47%) en detrimento de Vargas, hasta ese momento  favorito en las encuestas.

Por ende, la causa principal de la quinta derrota consecutiva sufrida por el PRD y su sorpresivo candidato presidencial Mejía,  hay que establecerlas en las incicatrizables fracturas infligidas en convención de marzo.

Mejía y Vargas son, en partes iguales, los principales culpables del colapso electoral del PRD.

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