La doble presencia: ¿Cómo armonizar la vida familiar y laboral?

La doble presencia: ¿Cómo armonizar  la vida familiar y laboral?

Si actualmente siente que está laborando bajo un ritmo y ambiente en los que su bienestar físico, mental o social se están perjudicando; si considera que no tiene tiempo libre para ocuparse de sus actividades personales; si ve reducidos sus espacios de descanso y ocio; si tiene una sensación de agobio u opresión, podría estar en presencia de los denominados riesgos psicosociales.
De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estos riesgos son “aquellas características de las condiciones de trabajo cuyas exigencias afectan la salud de las personas a través de un mecanismo de respuesta psicológica y fisiológica, llamado estrés”.
Este tipo de demanda, al estar directamente relacionada con el trabajo, y estar determinada por cómo está estructurado, organizado o diseñado el entorno, así como las relaciones laborales, se presenta cuando los requerimientos del trabajo no se ajustan a las capacidades, recursos o necesidades del trabajador -o los exceden-; o cuando el conocimiento y habilidades de un trabajador o grupo de colaboradores no está a la altura de las expectativas de la cultura organizacional de una empresa.
La exposición nociva a estos riesgos bajo ciertas circunstancias, y de acuerdo a su intensidad, frecuencia y duración, pueden afectar la salud del trabajador tanto en la parte orgánica como emocional y social, al ser precursoras de enfermedades que pueden perjudicar seriamente al afectado, independientemente de la personalidad de los trabajadores o de sus circunstancias personales o familiares.
Esta consecuencia a la salud se ha identificado como una de las causas más importantes del absentismo en el trabajo y de trastornos de tipo cardiovascular, gastrointestinal, neurológico, dermatológico, inmunitario, músculo-esquelético y del estado del ánimo, entre muchos otros. (Nota técnica Prevención 443 del INSTH, 1997).
Los riesgos psicosociales se pueden identificar a través de cinco dimensiones, según las características nocivas de la organización del trabajo:
1. Exceso de exigencias psicológicas: Laborar bajo un ritmo de trabajo rápido, irregular; improvisado o monótono, que requiere que se escondan los sentimientos y tomar decisiones difíciles, entre otras.
2. Falta de influencia y desarrollo: Trabajar sin márgenes de autonomía definidos para realizar tareas, sin posibilidades para aplicar las habilidades y conocimientos, con dificultad para adaptar el horario laboral a las necesidades personales y familiares, sin tiempos definidos para hacer una pausa y descansar, entre otras.
3. Ausencia de apoyo y calidad de liderazgo:  Realizar el trabajo de manera aislada, sin apoyo de superiores o compañeros/as, con indefinición de roles y tareas mal definidas sin la información adecuada ni a tiempo, entre otras.
4. Escasas compensaciones: Imponer cambios de puestos o servicios en contra de la voluntad del empleado, falta de respeto y ausencia de reconocimiento laboral, trato injusto, inseguridad contractual, baja remuneración salarial, entre otras.
5. Doble presencia: Enfrentar el trabajo doméstico y familiar con sus exigencias cotidianas simultáneamente con las del trabajo remunerado, en presencia de una organización del trabajo que impide o dificulta la compatibilidad de ambas actividades imposibilitando armonizar la vida laboral y familiar, entre otras.

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