La doctora del pueblo con deseos de ayudar a los demás

La doctora del pueblo con  deseos de  ayudar a los demás

Victoria Esther Silva Báez, durante su visita a la Esquina Joven del periódico Hoy. Pablo Matos

Medicina con amor se trata de reconocer la vocación y el compromiso que tiene el médico con la vida de los pacientes y cuando éste supera su condición, generan satisfacción

Labor social Victoria Esther Silva Báez de 25 años planea una fundación para ofrecer servicios en países en desarrollo

Dominicana es la única doctora en Palmito, Monterrey, México. Mientras realiza su labor social tiene a su cargo la atención primaria de 700 personas.


Desde niña tuvo inclinación por la medicina. Su disciplina y amor por el estudio le han permitido formarse y trabajar como profesional de la salud en el extranjero, lejos de su familia y de su hogar.


Victoria Esther Silva Báez ingresó a la universidad a los 18 años. Cursando el bachillerato en República Dominicana se contactó con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, aplicó y fue aceptada para estudiar medicina.

Piensa optar por una residencia en neurocirugía.


“Imagínate este panorama: 18 años, una cultura totalmente diferente y luego una carrera larga, compleja y muy sacrificada, siendo honesta me costó mucho”, reconoce Victoria, y agrega que a pesar de todo siempre estuvo firme en su decisión.


Su ánimo nació de la convicción de que la medicina es una carrera muy humana. “Ser doctora es un gran sacrificio que se debe ejercer desde el amor y ayudar a los demás”.


El ejercicio
Victoria ha pasado los últimos siete años de su vida combinando los estudios con el ejercicio como médico. En su cuarto año, tras analizar la complejidad que esconde el campo de la medicina y luego de estudiar las enfermedades de salud, le tocó ir a realizar servicios a seis centros médicos: dos privados y cuatro públicos.


“Ahí uno se enamora de la parte humana, de que no es solamente un campo donde hay muchas oportunidades y ganar dinero, sino que también está el toque humano con el paciente, un paciente que es muy agradecido. En la relación que uno tiene con ellos te das cuenta de lo frágil que es la vida”, expresó.


Agrega que debía hacer guardias de hasta 36 horas y también estudiar, terminando llorando todas las noches por los cuadros médicos que veía, especialmente los de oncología”, cuenta.


Diferentes señales le fueron indicando que ese era el camino correcto para ella. Desde su parte humana, la profesión no solo le ha permitido sumar aportes en el campo del saber al servicio de quienes más lo necesitan, sino que también ha podido aportar desde lo que aprendió en su niñez: la incondicionalidad y el apoyo a los demás.


“Mi mamá es ingeniera, por sus roles de madre y profesional muchas veces me tenía que llevar a los lugares donde trabajaba y ahí descubrí mis privilegios, rompí la burbuja en la que a veces vivimos y me comprometí con ayudar a los otros”. Agrega que gracias a esas visitas a los barrios pobres con su madre no creció indiferente.


Corazón Solidario
Desde entonces la doctora Victoria hace labores filantrópicas. Actualmente es voluntaria de la organización internacional TECHO (República Dominicana y México). Hizo voluntariado en el Hospital Infantil Dr. Robert Reid Cabral (Rep. Dominicana); en las Brigadas Médicas por parte del cuerpo de estudiantes del Tec de Monterrey y Staff y subjefa de Vacunación en Meditec, ITESM.

Planes
Piensa optar por una residencia con programa de excelencia en neurocirugía; lograr a futuro realizar una Maestría en Ciencias Aplicadas en Planificación y Gestión de la Salud Global. “Otro de mis sueños es tener éxito trabajando y ayudando a países en desarrollo como República Dominicana y México con una Fundación Internacional dedicada a la salud”, concluye.

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