La filosofía de la Documenta de Kassel toma un giro radical en su 13ª edición del año 2012, marcado por su actual Directora y Comisaria, Carolyn Christov Bakarjiev, de New Jersey, quien ha declarado abiertamente que esta Documenta propone un evento excepcional que marque y revele las utopías de un mundo por venir, abierto, y antidogmático.
Para cumplir con estos objetivos se convocan a 150 artistas y 30 pensadores, biólogos y científicos e investigadores en busca de un Mundo Nuevo. La comisaria intenta provocar en Kassel una nueva conciencia del arte en el presente y destacar su condición frente al tiempo, y su despersonalización en la Era Digital en la que vivimos y seguiremos viviendo.
En el fondo se trata de anunciar una visión holística del arte y no logo céntrica, con una actitud intelectual de crear un concepto enmarcado en una ambientación vaga de libertad que asume cierta seducción hacia la anarquía y el no concepto . Resultan interesantes estas declaraciones, que nos orientan a temer la banalización de la creación artística en un mundo en crisis.
Los filósofos, poetas, intelectuales, artistas y escritores, han respondido siempre a través de la gran diversidad de su pensamiento y de su propuestas artísticas, filosóficas y literarias, a direcciones utópicas del mundo; y la humanidad continua buscando un Mundo Nuevo, por encima de toda la violencia, corrupción y desastres que nos avasallan.
El arte sigue siendo por encima de las circunstancias políticas, económicas y sociales, el indicador más eficiente para plantearnos el estado anímico del mundo. Ahora bien, podemos plantearnos la función del arte en un mundo devastado como el que nos circunda, sin embargo, seguimos teniendo artistas y pensadores que nos ofrecen lecturas posibles a través de sus obras, y los lectores somos nosotros los espectadores, es decir, los ciudadanos. Nos preocupa entonces que esta visión o dirección de la Documenta 13, no tome en cuenta la capacidad de interpretar y leer una obra de arte por parte del público o del espectador, siendo esto lo que cuenta, sobre todo, si se pretende proponer un evento anti-dogmático.
Nos interesan las obras de los artistas de Pakistán, de Afganistán, de Irán, que plantean en su gran diversidad de obras tridimensionales, en sus videos, en sus instalaciones, la situación de agresión a las libertades, al maltrato hacia la mujer, a la denuncia de una niñez convertida en generación perdida a través de las guerras, del fanatismo y del terrorismo en que se vive en Oriente, desde hace muchos años.
Para los artistas de esta parte del planeta, el Mundo Nuevo es primero un mundo de paz y tolerancia. En sus obras se trata ante todo de transmitir ese grito, ese mensaje que más que una utopía tiene que ser un derecho. Por esto, se debe llevar ciertos matices cuando una convocatoria del arte y del pensamiento pretende globalizar sus objetivos. La intención del mensaje artístico no se puede formatear.
Si el artista australiano Stewart Ringholt, está invitado para presentar un taller de ira, y enseñar a la gente a ponerse furioso, tenemos que hacer un ejercicio de lucidez y conciencia frente a tantos seres humanos cuyo sufrimiento y dolor les enfrenta a una lucha diaria contra la ira, para mantener su equilibrio en la paz y el amor
De los 150 artistas invitados la mayoría son muy jóvenes y procedentes de Asia, sus propuestas giran el discurso de protección medioambiental, de concienciación de amenazas climáticas y desastres naturales, así como, conciencia de género y paz; temas insoslayables de nuestra época que confirman una vez más que el arte y el pensamiento nunca han dejado de señalar los peligros y las amenazas de la Humanidad.
Por muchas declaraciones que haga la Comisaria Carolyn Christov Bakarjiev, y a pesar de sus planteamientos de no concepto de arte y hasta de no arte, en esta Documenta hay muchas obras en todos los soportes, técnicas y medios, que dialogan con el público, y mientras exista esta dinámica comunicativa entre el arte y el ciudadano, habrá mensaje y conceptos compartidos o contrarios. Son verdaderos torbellinos de ideas, mensajes y contra-mensajes.
Mantener una confusión, aunque le parezca algo maravilloso a la Comisaria, permite de todas maneras volverse a interrogar sobre lo que es arte y no lo es, el límite siempre se mantiene en la subjetividad de la interpretación. El problema reside en la inmediatez, es decir en el tiempo, no podremos determinar para obras no efímeras si son arte o no, el tiempo y el público lo determinarán.
Parece ser que queda disfrazada la intención de la Comisaria en querer que la Documenta no. 13, sea una vertiente visual del movimiento internacional de los Indignados si tal es su callada intención, esto no deja de lado muchas lecturas que se encontrarán a lo largo de los 100 días de exposición y se irán hilvanando reacciones en toda Europa, porque La Documenta de Kassel, desde su creación en 1955, sigue siendo la convocatoria más celebrada por el público europeo e internacional, por ser uno de los acontecimientos más atrevidos y abiertos del mundo.
La ciudad se convierte en arte abierto a todos los géneros, y a todos los soportes de expresión, como un manifiesto de arte contemporáneo integrado a la ciudadanía y a la sociedad urbana.
La urbe, y toda su aglomeración reciben más de 500 artistas de diferentes continentes, y conocen durante el verano un movimiento humano de mas de 3 millones de visitantes.
Kassel es durante cuatro meses un espacio liberado en todos sus parques, sus bosques, sus centros culturales y edificios restaurados, para recibir las propuestas artísticas del planeta que se instalan en dicha ciudad revelando sus logros más recientes en la tri-dimension, la instalación, el performance, y la escultura, a cielo abierto.
La filosofía profunda en Kassel, es ante todo, la apertura a las nuevas generaciones y propuestas acercando los países más alejados a través de sus artistas.
Los países emergentes, han sido siempre bien recibidos, y sus obras expuestas con el objetivo de destacar siempre que en el arte no hay fronteras. Este año, el evento va a provocar muchas críticas y reacciones que ya se han desatado por toda Europa desde su apertura el 9 de junio pasado, muchos críticos consideran me incluyo-, que estamos frente a un capricho más de una Comisaria, pero que las obras y los artistas son los que hablan a través de sus trabajos, de sus propuestas, y que tenemos en esta edición al sudafricano William Kentridge, y a la americana Rosemarie Trockel, así como. a obras de los maestros Salvador Dali, Julio González, y Maria Martins; lo que en sí es razón suficiente para visitar Kassel, si este verano van por Europa.
Creemos también que la Documenta 13 permitirá replantear la función del arte frente a la crisis presente.