La dolarización tardía y sus consecuencias

La dolarización tardía y sus consecuencias

El Consenso de Washington fue decisivo para encausar el proyecto de globalización o expansión de los Estados Unidos teniendo como vanguardia la agresiva «diplomacia del dólar». Dentro del consenso se creó en 1982 la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC) o Plan Reagan. Por los objetivos planteados, existió la necesidad de crear las condiciones factibles para impulsar un proceso de reformas en la República Dominicana que permitiera a la iniciativa privada estadounidense incrementar sus inversiones y adquirir importantes activos. La reforma financiera y monetaria era un requisito vital para lograrlo.

Inmediatamente anunciado el Plan Reagan, de manera «espontánea» surgieron las denominadas «financieras» como sistema extrabancario «al margen de las regulaciones oficiales.» Según el doctor Carlos Depradel, «llegaron a manejar unos 800 millones de pesos… aproximadamente el 60% de la demanda monetaria» en ese entonces. Las normativas fueron establecidas por los emergentes «técnicos banqueros». Y la fiscalización era responsabilidad de quienes controlaban la dinámica del sui generis modelo.

Al uso insólito de los ahorros y a la inducida dilapidadora imprudencia en los negocios «bancarios», se le denominó «guerra de las papeletas». El éxito del esquema fue rotundo. Al colapsar las financieras arrastraron algunos bancos del sistema formal. Brotó una severa crisis economica que perduró toda la década de los 80. En el 1982 la tasa de cambio era de RD$1.85 por US$1.00. El valor del dólar se fue elevando paulatinamente, y en un fugaz momento de esa década llegó a cotizarse a RD$16.40. Luego bajó hasta estabilizarse en RD$12.50 en 1990. Se estabilizó después de firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el gobierno asumir el compromiso de impulsar las reformas. «Cedo a las presiones» expresó el entonces presidente Joaquín Balaguer. Y personalmente se ocupó de impulsarlas. Pero ya muchas personas habían perdido sus activos físicos y capitales liquido hundiéndose entre los escombros de su ruina. Y muchos banqueros entre brumas y congojas cayeron… en el anonimato.

De nuevo la anarquía financiera y monetaria se repite con parecida características a los años 80. ¿ Es espontánea la presente crisis o es parte del proceso de la ICC ante la necesidad de inminentes reformas para el desarrollo de los Estados Unidos en esta parte de la isla?

La Iniciativa para la Cuenta del Caribe está prevista a ser concluida en el 2007. Aunque pendiente todavía la neurálgica reforma que tiene que ver con el mercado internacional de las tierras agrícolas, las metas de la ICC han sido logradas casi a cabalidad. Ya no existe economía dominicana. El devaluado peso que circula puede ser denominado «peso joint venture». O sea, pesos estadounidense producidos en el país. ¿Por qué joint venture? Porque la mayoría son generados por la empresa norteamericana en la República Dominicana. En las industrias de zonas francas; en los enclaves turísticos; en las obras de infraestructuras para el desarrollo rural y urbano que mediante el sistema concesionario o modalidad «datierra» llevan a cabo las corporaciones estadounidenses que luego de construidas pasan a ser de su exclusiva explotación.

Igual que los puertos, aeropuertos, los ingenios azucareros, etc. Además, se agrega la absorción de los activos de la banca nacional y el proceso de cambio de la oligarquía tradicional por una nueva clase dominante emergente: los dominicander.

Debemos recordar, que el 98% de la inversión extranjera que llega a la República Dominicana es de capital norteamericano sin importar que venga haciendo puente o escala por un país de Oceanía, Africa, Asia ó Europa. Y entendiendo que los intereses de los Estado Unidos son también los de Gran Bretaña y visceversa. Los signatarios del Consenso de Washington.

¿Qué es lo único que no está dolarizado en la República Dominicana? Los salarios. ¿A quienes beneficia la devaluación del peso y la tardía dolarización completa de la economía? Veamos. Al cierre del año 2000 un dólar era equivalente a RD$16.80. En ese año una empresa hotelera para pagar el salario de un bartendes en un hotel cinco estrella, desembolsaba US$357.00; ahora con la prima a RD$43.00 por US$1.00 desembolsa US$139.53. Y una industria de zona franca para pagar un obrero que recibía RD$3,000.00 mensuales desembolsaba US$178.00; ahora lo resuelve con US$69.76.

No solo a los obreros la devaluación del peso le reduce su calidad de vida. También llenos de incertidumbres están los profesionales que sus salarios no son estipulados ni pagados en dólares. Ese privilegio es exclusivo para los dominicander.

Sí a un profesional de alta calificación no dominicander le pagaban en el año 2000 RD$60,000.00 mensuales, la empresa tenía que desembolsar US$3,752.00; ahora desembolsa US$1,395.00. Para uno de mediana calificación con salario de RD$25.000.00 la empresa requería US$1,480.00; ahora requiere US$581.00 para cubrir el compromiso. El que tiene dos carros se apresta a devolverle uno a la agencia. Y el pago de la cuota del otro distorsiona el presupuesto de la comida y el incumplimiento de los demás servicios básico del hogar por la inflación. Sí compartían con scotch whisky; ahora lo hacen con «lavagallos».

En la medida que se postergue la dolarización formal y el peso siga devaluándose, los profesionales liberales, obreros, artesanos, y quienes no son ni una cosa ni la otra, estarán compelidos a estructural sus mentes para aprender a estar contentos en el fondo de su indesarrollo humano sostenible. A ser felices en el hoyo de su miseria. Aprender a sonreir y alimentarse cada día solamente con un «hot dog dominicano»: Un pan con un guineo en el medio.

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