La dominicana es una economía que crece, pero no se dirige a ningún lado

La dominicana es una economía que crece, pero no se dirige a ningún lado

A pesar de cuatro décadas de crecimiento económico sostenido, la República Dominicana no ha logrado mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, ya que mantiene inalterables los niveles de pobreza, de desempleo, de mortalidad materna y de analfabetismo.

En todos estos indicadores el país está por debajo de las demás naciones de la región, incluso de aquellas que tienen niveles económicos iguales o inferiores.

Y la situación se mantendrá, ya que, tal como pronosticó el presidente Leonel Fernández ante la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Objetivos del Milenio, los dominicanos no logrará alcanzar la mayoría de estas metas.

Los datos provienen del informe República Dominicana 2010 – 2020, elaborado por la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico, dirigido por el experto internacional Jacques Attali, contratado por el Gobierno dominicano a través del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.

El informe, en el que se plantea una ruta para lograr ejecutar la Estrategia Nacional de Desarrollo, contiene una radiografía de la realidad dominicana actual y plantea los pasos a dar para mejorarla.

El informe señala siete iniciativas para lograr el éxito de la Estrategia Nacional de Desarrollo: devolver la confianza en las instituciones, desarrollar servicios públicos de calidad, formar a las futuras generaciones, preparar al país para la competencia internacional, organizar el financiamiento de la Estrategia Nacional de Desarrollo, proteger el medioambiente y acondicionar el territorio, e integrar al país en la región y en la competencia internacional.

Un modelo frágil.  El informe, en cuya elaboración participaron expertos y colaboradores nacionales y extranjeros, destaca el crecimiento sostenido de la economía dominicana, a un promedio de 5% desde el 1970, el mayor de América Latina,   que la llevó a elevar su producto interno bruto a 47 mil millones de dólares. El PIB per cápita registró un crecimiento similar.

Sin embargo, es claro al señalar que las condiciones de vida no  han mejorado al ritmo de la economía, registrando el índice de desarrollo humano un progreso de 25 por ciento, ante un PIB que  se ha duplicado.

El coeficiente de Gini, que mide el nivel de desigualdad, se ha mantenido igual, reflejando que el 10% más rico tiene un ingreso 23 veces superior al 40% que menos tiene. Dice el informe que, si bien es cierto que este es un problema que comparte la mayoría de los países de la región, no es menos cierto que los demás no han disfrutado de la estabilidad política de que ha gozado República Dominicana, y que es uno de los principales impulsores del auge de su economía. 

El crecimiento económico tampoco ha reflejado una disminución de la pobreza extrema, que afecta al 14% de la población.

Otros indicadores clave, como la alfabetización en adultos y esperanza de vida, inferior al promedio regional,  y la tasa de mortalidad materna el triple de la tasa de los países de economía similar en América Latina, indican la desigualdad de este crecimiento, que no ha sido aprovechado para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

Otro factor que no ha sido movido por el auge económico es el desempleo que, según el informe, nunca ha bajado del 14%, manteniendo, además, un muy elevado índice de informalidad, el 56%,  con un 54% “casi en la ilegalidad”, con salarios dos veces más bajos que en el sector formal, que es de por sí muy bajo, ya que desde hace 20 años el salario real no ha mejorado. Sólo el 30% de la población tiene un empleo asalariado y participa de la protección social, y apenas el 2.1% de la población activa está sindicalizada.

Indica que la degradación de las condiciones de vida va acompañada por un aumento de la inseguridad, que se refleja en un alza de la criminalidad que duplicó la tasa de homicidios de 13 a 26 por cada 100 mil habitantes del 2001 al 2005.

Vincula la inseguridad al crecimiento del narcotráfico, que aprovecha la debilidad institucional para corromper a agentes de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Destaca cómo la impunidad, ante los casos de corrupción  que ameritan sanciones, refuerza los sentimientos de desigualdad en la población.

Un modelo a revisar.   El  informe Attali señala que la fragilidad mostrada por la economía dominicana en la última década, tanto ante factores internos como externos, demuestra la necesidad de  un cambio de modelo y una reducción de la dependencia de algunos productos y del mercado de los Estados Unidos.

 Explica que en los últimos 40 años el crecimiento se ha sustentado en las inversiones públicas, que durante los 22 años de Balaguer alcanzó el 50% del presupuesto, y a partir del 96 se produjo un mayor equilibrio del gasto corriente.

“Sin embargo, esto no conllevó gastos que favorecieran la innovación. El presupuesto dedicado a la educación siempre ha sido inferior a la media regional, y la República Dominicana muy pocas veces ha superado el 3% del PIB en gastos públicos de educación, frente a la media regional, superior al 4%. En 2007, sólo se presentó una patente”, señala.  La economía se ha diversificado y los servicios  son el 50% del PIB, con un desarrollo sostenido de las telecomunicaciones, que representan el 80% del valor agregado del PIB entre 2008 y 2009, y del sector financiero, con un 90%, es decir, que los sectores productivos tradicionales solo representan el 10% del valor agregado. Esto supone, revela, que el sector productivo dominicano debe ser profundamente reformado. 

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