La donación y los anti

La donación y los anti

CARMEN IMBERT BRUGAL
Muchas nombradías se sostienen en el país por el ser o no ser. La identidad nuestra también se ha definido así. Quizás no sepamos qué es ser dominicano pero sí sabemos que no somos haitianos. Y nos satisface. El antibalaguerismo puro y simple, como categoría política, fue una forma de seducir al oráculo de Navarrete para que encontrara la manera de reconvertir el anti en adhesión incondicional.

Él sabía hacerlo. De ese modo sumó cientos. Sus opositores lo rodearon y lo admiran. Así fue desde la conquista del autor de “Balaguer muñequito de papel” hasta la de sus presos, exiliados, huérfanos, viudas, vejados…todos reverenciaron al sibilino líder. Abandonado entonces el antibalaguerismo ¿qué ser entonces? No es diferente el antitrujillismo.

¿Quiénes lo fueron? ¿Quiénes lo son? ¿Por qué? ¿Acaso la confesión anti trujillista garantiza la profesión de un credo democrático? ¿Cuál ha sido el historial de los antitrujillistas después del tiranicidio? El antitrujillismo no es homogéneo. Hubo y hay antitrujillistas conservadores, socialistas, autoritarios.

Hubo y hay antitrujillistas balagueristas, militantes del Partido Revolucionario Dominicano, del Partido de la Liberación Dominicana. Los hubo en los partidos de izquierda, en partidos grandes y pequeños. Católicos, protestantes, agnósticos. En la trinchera y en las cercanías de la Embajada. Tan diverso fue, y es, el antitrujillismo que cuarenta y cinco años después del magnicidido es imposible referirse a ellos como iguales.

Menos presumir consenso en el grupo. Tan laxo es el concepto que protagonistas epónimos del antitrujillismo tardío y emocional se parapetaron detrás de los gobiernos de Joaquín Balaguer sin el menor recato. Aceptaron canonjías y protección sin rubor alguno. Tan laxo ha sido que las concepciones políticas de muchos no difieren del parecer adverso.

Uno de los debates postergados en el país es ese. Analizar el significado del anti. Porque es fácil ostentar el rótulo, también es cómodo devengar beneficios con la etiqueta, pero ¿qué hay detrás? ¿qué hubo? Es innegable la existencia de los auténticos. Aquellos intransigentes que nunca tasaron el dolor ni la firmeza. Son solitarios. No convocan. Arrastran su historia como un morralito. Los llaman para las efemérides, aprecian su participación en ocasiones. Se burlan de su memez y desvaríos. Son escasos. Intrascendentes.

El silogismo es harto sencillo. Como decir: Hitler era vegetariano. Los vegetarianos son buenos. Hitler era bueno. Ser antitrujillista y anti balaguerista per se, como considerar un principio político el rechazo a la re postulación de los gobernantes, es la vaciedad.

El problema con la soterrada pugna entre los confesos antitrujillistas, en torno a la donación solicitada y concedida por el gobierno de los EUA, para la construcción del Museo de la Resistencia, es determinar qué son además de “antitrujillistas”. Averiguar si alguno reprobó el golpe de estado contra el gobierno constitucional de Juan Bosch.

Si todos apoyaron, por ejemplo, a Manolo cuando decidió inmolarse. Si alguno ha planteado la execración del intervencionismo, mondo y lirondo. Si los inscritos en las organizaciones que agrupan a descendientes de víctimas de la tiranía, tuvieron la posición condigna cuando la intervención del año 1965. Si alguno apoyó a Caamaño cuando intentó enfrentar al gobierno de Joaquín Balaguer. Si todos se opusieron a la violación continua de los derechos humanos durante el período de los doce años. Indagar la reacción durante los sucesivos gobiernos autoritarios y auspiciadores del latrocinio, las desigualdades y el desprecio a la ley. Existen paradigmas del antiimperialismo, más allá del “go home yanqui, pero llévame contigo”. Defensores de la soberanía provenientes de las filas formadas por el jefe.

Omiten el dato, como si le restara méritos. Así tenemos héroes forjados en el momento glorioso. Nimbados desde la cuna. Crecidos sin contexto. La historia dominicana es un conjunto de episodios que afecta compadrazgos y filiaciones. Dentro de las organizaciones que pretenden honrar la vida y muerte de perseguidos y mancillados no existe convenio para establecer quién es quién. No bastan testimonios ni pruebas documentales. Juegan con traiciones, asesinatos, delaciones, flaquezas.

Rafael Trujillo Martínez no hubiera aceptado la donación del gobierno de EUA para la construcción del Museo. EL asesino de Hacienda María era antiimperialista. Y revolucionario. Consta en una entrevista que concediera a la revista venezolana Elite, enero del año 1967. “Ninguno de los oficiales que intervinieron en la revolución, al lado de los constitucionalistas son comunistas. Lo que sucede es que el pretexto madurado por los yanquis para intervenir en territorio dominicano al fin lo lograron y el pretexto fue el comunismo”…”Nuestra simpatía por la revolución no es política, defendía una causa gloriosa que es la soberanía nacional” (La Muerte de Trujillo, según sus autores y los papeles de Ramfis, E. Rodríguez Demorizzi, editor Bernardo Vega). ¿Procede la reivindicación de Ramfis por su extraña defensa a la soberanía? ¿Convierte en prototipo nacionalista y revolucionario al hijo del jefe, la exaltación de “la gloriosa soberanía”? Ser antitrujillista no significa ser anti yanqui ni revolucionario. Comprenderlo permitiría aprovechar recursos y esfuerzos. Dedicarlos a causas más útiles. Pedagógicas tal vez.

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