«La Dormeuse», de Ingres, estaría oculta detrás de un cuadro, en Nápoles

«La Dormeuse», de Ingres, estaría oculta detrás de un cuadro, en Nápoles

(AFP).- «La Dormeuse», una obra del pintor francés Ingres buscada desde 1815, podría estar oculta en un museo de Nápoles detrás de una obra mediocre, según una experta.

Es la hipótesis que defiende Véronique Burnod, conservadora en jefe del patrimonio francés, quien después de haber señalado que el cuadro estaba tapado por un «repinte», publica esta semana nuevos resultados científicos sobre este mito de la historia del arte.

Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867) tenía 28 años cuando pintó «La Dormeuse» (La mujer dormida) en Villa Médicis, Roma. «Una mujer de tamaño natural recostada desnuda, durmiendo en un lecho con cortinas rojas», según escribía él mismo. Fue adquirida en 1809 por el rey de Nápoles, Joachim Murat, cuya esposa, Caroline Bonaparte, encargó tres nuevos lienzos al pintor, cinco años más tarde.

Entre estos, «La Gran Odalisca» («La Grande Odalisque»), que se expone hoy en el Museo del Louvre (París). Y dos cuadros más que están irremediablemente ligados: por un lado, una oriental, desnuda, captada de espalda; por otro lado, una joven occidental, desnuda, vista de frente.

Sin embargo, en 1815, cuando el soberano fue derrocado, Caroline Murat se ocultó, sin poder conservar sus cuadros, y desde esa fecha, no se tienen noticias de «La Dormeuse».

Ingres logró recuperar «La Gran Odalisca», pero pasó el resto de su vida buscando rastros de la otra obra. «Hizo de memoria un montón de variantes de «La Dormeuse», estaba atormentado por ese cuadro», explicó Véronique Burnod a AFP.

La historiadora se encuentra fascinada por el destino de esta obra y asegura que «no se ha buscado verdaderamente». Por eso, tras organizar una exposición sobre Ingres en 2004, en Cambrai (al norte de Francia), se lanzó en una búsqueda obstinada, comenzando por Nápoles y su región, donde otras obras perdidas reaparecieron, como el retrato de Caroline Murat, en 1987.

Pornográfica. En la obra «El cuadro desparecido» («Le tableau disparu»), de 2006, Véronique Burnod contaba cómo se dio a la tarea de hacer un llamado a los medios napolitanos, convencida, como muchos, que el lienzo yacía en algún desván. Pero fracasó en ese intento.

Allí también contaba cómo rumiando su decepción en las salas del museo Capodimonte, vio de repente la «Mujer dormida de Nápoles» («Dormeuse de Naples»). Una curva prolongando una cadera justo en el pliegue de una cortina que sólo podía ser de Ingres, en un cuadro atribuido a un pintor barroco.

«Una curva como esa no se inventa, es más reconocible que una firma», dice ella. A lo que se suma la mano, tan particular, con la forma del ala de un ave.

Sin embargo, el cuadro que la historiadora tenía ante sus ojos era oficialmente «Venus durmiendo con cupido y sátiro» («Vénus dormant avec cupidon et satyre»), presentado como una obra del napolitano Luca Giordano (1634-1705).

Muy rápidamente, Véronique Burnod tuvo dudas sobre la firma del cuadro: no se trata de una Venus, sino de una Ariadna, la estatura y los pies muestran torpeza en la ejecución, impensable para un artista tan logrado.

Entonces, propone hacer una radiografía del cuadro, que la dirección de Museos de Nápoles rechaza. Sin embargo, 70 negativos tomados después con luz baja, en 2005, llegan a consolidar su análisis.

La investigación da un paso gigante en 2014 cuando se autoriza a someter la tela a una «cámara multiespectral», que opera en 13 longitudes de onda. «Estos trabajos generaron 1.650 imágenes en alta definición, que abarcaban todo el espesor de la capa pictural», escribe Véronique Burnod en un artículo publicado esta semana en «Cuadernos Ingres» («Cahiers Ingres»), revista de referencia sobre el artista.

Los resultados son convincentes: «revelan, debajo del Giordano, el trazado y los volúmenes de ‘La Dormeuse'», así como la marca de la firma de Ingres «abajo, a la derecha de la tela, incluso si aparece raspada». También se hizo evidente que «el cuerpo de la mujer fue lacerado en varios lugares».

¿Por qué se le dio este tratamiento al cuadro? La misma Caroline Murat consideró el cuadro pornográfico y se rumoraba que ella había sido la modelo de la obra, supuesto que Ingres desmintió.  Y aunque todos los resultados parecen converger, según Véronique Burnod, sólo una muestra de la capa pictural permitiría suministrar una prueba definitiva. La solicitud se está estudiando.

Volver a ver un día a «La Dormeuse» aletargada bajo el repintado, «es posible, pero son dos años de trabajo», subraya la historiadora.

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