La fortaleza y el espíritu rebelde de la duquesa de Alba, octogenaria considerada una de las  mujeres más ricas de España, se ratificó ayer concluido su matrimonio con Alfonso Díez, un simple ciudadano de 61 años, funcionario público, en lo adelante duque consorte de Alba.

La ceremonia, muy íntima, se celebró  en Sevilla, precedida por toda la algarabía y francachela que caracteriza a los andaluces, de los españoles, definitivamente los más extrovertidos, quienes entre vítores y aplausos acompañaron a Cayetana en su felicidad.

Ella, a la salida de la ceremonia, lanzó besos, tiró el ramo a la usanza tradicional y bailó una sevillana ante su asustado esposo, olvidando por un instante la fragilidad de  su cuerpo.

Cayetana, casada en tercera nupcias, reencarna el prototipo del ser humano del Siglo XXI, en que los tabúes han sido derribados   sin ataduras, y donde la apuesta a la felicidad intrínseca desafía constantemente el “establishment”.

¿Un amor  protector o el triunfo de la pasión en el ocaso de la vida?  En cualquier caso, es un hecho sin precedentes en los tiempos que corren. Las fotos hablan por sí solas de esta boda, a la que faltaron dos de sus seís hijos, Jacobo y Eugenia, y que por lo inusual, despertó sarcasmo, burlas y admiración en muchos lugares del mundo. (JV)