No se puede decir que nuestra política económica ha sido pro-cíclica, o lo que es lo mismo, que ha reforzado los ciclos de auge y caída. Explica la rápida recuperación, no obstante los efectos negativos del atolladero de la guerra comercial Trump-Xi Jinping, y riesgos macroeconómicos de la crisis política generada por la candidatura presidencial en el partido gobernante.
La realidad es que el PIB rebotó hacia arriba en septiembre, avanzó 5.1%, y 4.9% en los primeros nueve meses de 2019, la mayor de América Latina y el Caribe. Comportamiento que Keynes atribuye a la promoción de la demanda nacional. Consciente de que la debilidad de la demanda interna lastraba el crecimiento de la economía, el Banco Central redujo en 100 puntos básicos su tasa de política monetaria y liberó del encaje legal 34,000 millones de pesos, medidas que están surtiendo el efecto buscado. Hasta junio habían contribuido a aumentar en más de 55,000 millones de pesos los préstamos a empresas y familias.
Frenaron descenso del consumo y la inversión, ahora la reactivan evitando efectos macroeconómicos con consecuencias indeseadas, como menos crecimiento del PIB, mayor déficit fiscal y presión sobre el tipo de cambio. Como resultado, la demanda nacional aumentó su aporte al crecimiento del PIB, lo estimo en 5.4 puntos, cuando se compara con la contribución media de 7.6 puntos en enero-septiembre periodo 2015-2018, dejó de aportar 2.2 puntos, en producto la economía perdió 68,000 millones de pesos, equivalentes a 1,300 millones de dólares.
Comparto la opinión del Lic. Héctor Valdez Albizu, por el impulso que trae el consumo y la inversión de las empresas, el PIB continuará rebotando hacia arriba, para cerrar el año con un crecimiento superior a 5%. Pronóstico que, además, lo apoyan varios factores: la estabilidad del petróleo en el mercado internacional, la inflación se sitúa por debajo del límite del rango meta de 4%±1%, significa una menor pérdida de poder adquisitivo para consumidores, y la depreciación acumulada del peso frente al dólar es menos de 4.9%, por debajo del promedio de América Latina.
Se debe tener presente, por otra parte, la advertencia de los organismos internacionales, que de profundizarse la caída observada del comercio y PIB mundial, podría generalizarse el ciclo de bajo crecimiento en América Latina. Nuestro sector exterior neto, en lugar de sumar, lo que hizo fue restar al crecimiento del PIB, el avance de las exportaciones se debilitó a 2.9% y a 3.4% el de las importaciones. Cuando se ajustan por el Índice de Precio de Bienes Transables (2.73% enero-septiembre), el volumen exportado creció solo 0.17% y 0.67% el importado, de donde se extrae que fue negativo en -0.50% (0.17% – 0.67%) el aporte del comercio exterior neto.
En síntesis, no obstante la mala marcha de la economía global, con los Estados Unidos debatiéndose entre recesión y poco crecimiento, por las medidas monetarias nuestro PIB rebota hacia arriba, el impulsor es la demanda nacional. La recuperación del producto que se perdió tras la menor velocidad del crecimiento en el que, como dije, subyacen factores externos e internos, ha permitido mantener la previsión inicial de crecimiento del PIB alrededor de su potencial para final de año.