Con solo un 3% de los estudiantes del país matriculados para formaciones tecnológicas superiores, el 54% de las empresas avanza con mucha dificultad hacia la adopción de métodos de producción que las vuelvan más competitivas y que la mano de obra resulte mejor pagada. Un estancamiento perjudicial por igual para empleadores y los asalariados.
Además, son altos los índices nacionales de jóvenes sin empleos y sin ingresar o permanecer en procesos de aprendizaje (20%) para desempeños que crecientemente exigen el dominio de herramientas provenientes de novedades científicas gracias a las cuales la inteligencia y la destreza humana valen más que la fuerza.
Le puede interesar: Zozobra en Naco y más sitios por ruidos, riñas y obstrucciones viales
Hasta donde era posible medir las deserciones escolares antes de que sobreviniera la reculada mayor en todos órdenes a causa de la pandemia, casi un 40% de los matriculados en la enseñanza básica no seguía adelante. Un trozo grande de la sociedad escasa de futuro para sí y para un país que necesita más desarrollo y bienestar ciudadano.
Las legiones de adultos no aptos para sumarse a labores con tecnologías de considerable valor agregado pasan a los subempleos e informalidades (57%) visibles por todo sitio.
Llenan de vendedores muchas esquinas y nutren el transporte de pasajeros basado en colas de motocicletas, formas muy marginales de ganarse la vida; y la enseñanza dominicana sigue en los más bajo niveles de calidad en la región a dos escalones del último lugar.