La economía de Alemania Oriental está aún distante de la Occidental

La economía de Alemania Oriental está aún distante de la Occidental

BERLIN (AP) – El vino espumante de Rotkaeppchen. Los cosméticos Florena. Los crocantes chocolates Zeti. Esas marcas tal vez no le digan mucho a alguien fuera de Alemania, pero reflejan un fenómeno notable ocurrido en los 20 años que han pasado desde la caída del Muro de Berlín: son todos productos que eran muy populares en la vieja Alemania Oriental y que se han abierto camino en el sector occidental. Muchos pensaron que a los orientales les tomaría décadas ponerse a tono con los occidentales después de la caída del muro el 9 de noviembre de 1989.

La producción económica del sector oriental, sin embargo, que en 1991 era un tercio de la del occidental, equivale hoy a un 70%. Y muchas industrias de Alemania Oriental encontraron mercados en ciudades ricas como Francfort, Hamburgo y Munich. «Cuando Alemania Oriental se unió a la República Federal de Alemania, su infraestructura estaba en ruinas y sus industrias producían mercancías que no se podían vender», comentó Michael Huether, director del Instituto Alemán de Economía.

«Hoy, los cinco estados orientales han dejado de ser zonas industriales que no producen nada», manifestó. Rotkaeppchen, que se produce en la región de Sajonia-Anhalt, es la principal productora de vinos, superando a los vinos de la región de Rheingau en el sector occidental.

Es una bebida popular en restaurantes y discotecas, que disfrutan tanto «ossis» como «wessis», los nombres que se da a quienes nacieron y se criaron en el sector oriental y occidental respectivamente. Hans-Joachim Prier, de 71 años, dijo que él y su esposa siguen comprando algunos productos que adquirían en Alemania Oriental, como Rottkaeppchen, Florena y Spee.

«No compramos un producto porque es del Este», declaró Prier. «Lo compramos por su calidad y su precio. No me fijo en nada más. Si la calidad y el precio son similares, entonces compro algo del Este. Mucha gente se maneja así». Las cadenas de supermercados del Oeste, de Colonia a Hamburgo, venden productos típicos de Alemania Oriental, como la mostaza Bautzner Senf y los pepinillos Spreewald Gurken.

La popularidad de los productos orientales en todo el país es parte de un fenómeno conocido como «Ostalgie»: la fascinación con la vida en la vieja Alemania Oriental. La «ostalgie» -un juego de palabras alemanas que alude al Este y la nostalgia- incluye desde películas elogiando la vida bajo el comunismo hasta el gusto por el pequeño auto Trabant, los muebles retro-chic Ossi y motocicletas Schwalbe o MZ.

En los últimos 20 años la economía oriental creció dos veces lo que se había pronosticado, según el Instituto de Economía Alemana. Ese organismo calcula que en 12 años la economía de la región oriental estará a la altura de la de las zonas más pobres del sector oriental. Huether señala, no obstante, que difícilmente el oriente llegue al nivel de occidente, pues no tiene centros económicos comparables a Munich, Hamburgo o Francfort.

«A la larga, habrá que aceptar que siempre habrá diferencias regionales», sostuvo Huether. Desde 1993, el gobierno federal invirtió miles de millones de euros en los cinco estados orientales -Brandenburgo, Mecklenberg-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia- y los contribuyentes del sector occidental han estado pagando un impuesto especial de solidaridad, que es invertido en el sector oriental.

Entre 1993-2004, los estados orientales recibieron 94.500 millones de euros (unos 140.000 millones de dólares) del gobierno nacional y de los estados occidentales para construir nuevas carreteras, modernizar edificios y revitalizar ciudades muy venidas a menos. Berlín promete inyectar otros 105.000 millones de euros (156.000 millones de dólares) de aquí al 2019 para seguir desarrollando la región.

A eso se sumarán 51.00 millones de euros (76.000 millones de dólares) del presupuesto nacional. No todos los alemanes occidentales están de acuerdo con la asistencia que se brinda al oriente. Patrick Rustler, trabajador de 25 años de una planta de BMW AG en Francfort, dijo que, si bien era lógico unificar los dos sectores, resultó caro.

«Cuando uno va allí, las ciudades brillan, algo que no sucede aquí. Pero al margen de eso, no tienen nada», sostuvo Rustler. Y muchos alemanes orientales sienten que no han salido ganando. Sólo el 38% considera que les fue bien con la reunificación. Un 30% dice que el desarrollo de los últimos años trajo cosas buenas y malas. Un 23% estima que, a pesar del desarrollo, salieron perdiendo con la reunificación, según una encuesta realizada en junio por la firma Sozialverbund Volkssolidaritaet, que no dio margen de error.

El desempleo es uno de los grandes problemas que enfrenta el sector oriental, donde llega al 11,8%, comparado con el 7,7% del occidental. El desempleo sin embargo bajó mucho, si se tiene en cuenta que en el 2005 era del 18,7% en el oriente.

«Ahora que logramos la unidad nacional, debemos luchar por la unidad social», declaró Wolfgang Tiefensee, quien fuera ministro de integración de los estados orientales.

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