La economía de Barack Obama
¿En qué consisten sus planes económicos?

<STRONG>La economía de Barack Obama<BR></STRONG>¿En qué consisten sus planes económicos?

Los estadounidenses parecen experimentar hoy una creciente ansiedad al tener que convivir con una economía en desaceleración, con la mayor tasa de desempleo en décadas y con el fuerte temor a que se asome un fenómeno inflacionario. Los consumidores llevan décadas gastando por encima de sus ingresos, lo que hace que la tasa de ahorro del país sea prácticamente cero.

La revalorización de las viviendas hizo posible ese gasto excesivo forzando a los estadounidenses a pagar sus hipotecas y las deudas en sus tarjetas. Para Barack Obama, su presidente electo, la crisis financiera más que un problema se ha convertido en la punta de lanza para alcanzar sus objetivos más inmediatos. Pero sabe que ahora tendrá la parte más dura, que consiste en inyectar confianza y optimismo, reflotar la economía y, al mismo tiempo, abrir la oportunidad de convertirse en un líder clave e importante que pueda sacar a la economía mundial del lugar donde se encuentra.

Sin lugar a dudas la situación económica estadounidense pondrá restricciones importantes a la agenda económica del presidente electo, lo cual podría llevar a que desde el comienzo de su mandato confronte problemas. Lo que sí parece seguro es que tanto la crisis como la ideología del nuevo presidente, harán que el rol del Estado se vea potenciado, ante un “nuevo retorno de las ideas keynesianas” a la economía norteamericana y mundial. Ya sabemos que al llegar a la Casa Blanca, Barak Obama heredará una economía con problemas profundos y un déficit presupuestal récord que podría restringir sus planes de gasto.

De este modo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) nuevamente redujo sus proyecciones para el crecimiento de la economía mundial, y al mismo tiempo hizo un llamado a la adopción de acciones más contundentes para tratar de mitigar los efectos de la crisis financiera mundial.  Así, el FMI proyecta que el crecimiento de la economía mundial se desacelerará al 3.7% este año y al 2.2% el año próximo, muy por debajo del nivel del 3% que ellos consideraban el umbral para una recesión mundial.

La situación.  La crisis financiera que se extendió a todo el mundo comenzó con la debacle del mercado estadounidense de la vivienda, al aumentar la ejecución de hipotecas debido a que los deudores no estaban en capacidad de cubrirlas. Como resultado, aumentó el número de casas y apartamentos abandonados por propietarios que no pueden pagar, lo que derivó en una consiguiente bajada en los precios de la vivienda en todo el país. Así, los EEUU se declararon en recesión económica. Y las grandes economías del mundo también entraron a la recesión. Estados Unidos, Japón y Europa están en recesión por primera vez desde la crisis de entre 1974 y 1975 por un embargo petrolero árabe y una turbulencia bursátil.

También es la primera ocasión que las economías de los tres se contraen en un mismo año. Luego de la primera perturbación importante en el mercado petrolero en 1973, Japón tuvo una reducción económica en 1974 y un año después fue seguido por Estados Unidos y Europa. Asimismo, por primera vez la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) percibe una contracción general entre sus economías.

En esencia, el tema es que no hay dinero. Y esta ausencia de capital se explica porque muchas instituciones financieras en EEUU enfrentan cuantiosas pérdidas por prestar dinero a personas que después no pudieron pagar la deuda. Estos préstamos ahora se conocen como “contaminados”. Algunas de esas instituciones tuvieron que regresar el dinero a los inversionistas que las habían financiado, hasta el punto en que se quedaron sin recursos. Luego comenzaron a pedir crédito, pero llegó un momento en el que nadie les prestó y colapsaron. 

Algunas de las empresas financieras europeas habían invertido en los préstamos “contaminados” de EEUU y ahora no pueden recuperar su dinero. Por si fuera poco, tampoco consiguen efectivo en el mercado porque los bancos han decidido no prestarse entre sí. Primero porque temen que los problemas puedan agravarse y entonces necesiten liquidez para hacer frente a la tempestad. Y segundo porque, dada la incertidumbre económica, no están seguros de que el dinero que prestan regresará a sus manos. Al no haber dinero, los mercados creen que los bancos se derrumbarán y los inversionistas retiran su dinero de las acciones de las empresas que consideran en riesgo.

Es entonces cuando surgen voces que piden la intervención del gobierno para que inyecte recursos al mercado, ya sea a través de préstamos de corto plazo o comprando la deuda “contaminada” que adquirieron los bancos.

El plan económico

Durante todo el desarrollo de su campaña electoral, Obama delineó  su plan económico. Este plan se divide en cinco partes. La primera busca ofrecer más trabajos a la gente de los EEUU y dales un crédito de $3,000 dólares a todos los negocios que creen nuevos trabajos; (2) una segunda parte buscaría frenar los impuestos a la gente de la clase media y pobre y mandar el regreso de impuestos más rápido a las personas que tengan hijos, familias grandes y a los más necesitados; (3) una tercera parte busca expandir el pago de desempleo y darle más tiempo y oportunidades para buscar trabajo; (4) una cuarta parte planea tener más flexibilidad en planes de retiro y permitir que se adelante hasta el 15% del dinero de retiro (mientras no sea más de 10,000 dólares); y (5) la quinta parte promete mejorar la educación, energía, y terminar programas de gobierno que no se necesitan para expandir programas que incrementan la educación y economía de la gente de los EEUU.

De esta manera, el presidente electo de Estados Unidos ha manifestado que su programa económico descansará a su vez en dos objetivos básicos: en la protección de las familias trabajadoras y en la creación de empleo. Para lo primero, el programa demócrata propone reducir los impuestos a las familias trabajadoras: 500 dólares menos al año por trabajador. Además, Obama quiere aprobar una deducción urgente de 1,000 dólares por familia para que puedan hacer frente a las facturas energéticas.

Y también subir el salario mínimo. En cuanto a la creación de empleo, propone una inyección de 50,000 millones de dólares para obras públicas y para garantizar los servicios básicos, como sanidad o educación, que prestan estados y ayuntamientos. Obama quiere además crear cinco millones de nuevos puestos en tecnologías limpias y energías renovables. Otra de sus apuestas es recortar en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2050. También quiere premiar a las empresas que no deslocalicen su producción.

Obama ha propuesto incentivos económicos, moratorias de pagos y políticas de devolución de impuestos. También quiere aumentar la supervisión sobre los mercados financieros; clarificar la información que los ciudadanos reciben al firmar una hipoteca y arbitrar medidas para  evitar los embargos. El problema es que no hay dinero para tantas cosas. Y si bien un déficit fiscal no siempre es malo, y algunas veces es incluso necesario, como cuando se gasta dinero para estimular la economía durante un periodo de desaceleración, hoy es claro que el peso de las deudas es una seria y persistente amenaza.

A la fecha, la deuda total del país  asciende a 9.5 billones de dólares. Y de incluir el valor de rescate de las viviendas, posiblemente elevará el límite reglamentario de la deuda nacional de 9.8 a 10.6 billones de dólares. Por ello, Obama tendrá que demostrar que sus promesas  no fueron fantasías, y deberá apoyarse en la cooperación internacional para súper esta crisis económica.

La cifra

51.2% del PIB  es el porcentaje al cual arribaría la deuda pública norteamericana, lo que podría crear tensiones  a la hora de cumplir con promesas electorales de programas como Medicare o sus publicitados recortes de impuestos.

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Las propuestas

Barak Obama propone revertir los recortes para los segmentos de mayores ingresos con el fin de favorecer a la clase media y a los grupos más pobres. En términos empresariales, propuso una moratoria de 90 días a los embargos de inmuebles y exenciones tributarias a empresas que generen empleo, como parte de un ambicioso plan para sanear la economía. Pidió un paquete de nuevas medidas para luchar contra los crecientes costos de la energía, incluyendo una devolución de impuestos de 1,000 dólares para trabajadores de ingresos bajos y medios. Dijo que iba a financiar el paquete de 65,000 millones de dólares con su propuesta de cobrar impuestos a las ganancias de las compañías petroleras. También renovó su propuesta de crear un plan de estímulo de 50,000 millones de dólares para incluir 25,000 millones de dólares en mejoras de infraestructura.

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