Marx y Weber, los más brillantes e importantes científicos sociales, desde perspectivas de análisis diferentes arribaron a conclusiones esencialmente coincidentes sobre el significado y función de la ciudad, para el primero esta es una forma de existencia del capital y para el segundo, un asentamiento de mercado. No es pues, la cantidad de edificaciones, la cantidad de su población fija, ni su tamaño lo que define una ciudad, sino la esencia de su economía.

Es el tamaño de la economía de una ciudad y no el de su población lo que determina la pertinencia o no de un medio de transporte determinado. Praga y Bilbao, por ejemplo, son dos ciudades medianas en términos poblacionales, apenas sobrepasa el millón de persona la primera y casi la mitad tiene la segunda, las dos tienen su Metro debido al peso que cada una de ellas tiene en la economía de su país la una y de su región la otra, y porque las dos tienen una población flotante casi igual a la fija.

Las dos son ciudades pujantes en términos económicos con externalidades positivas para sus respectivos entornos, eso determina la pertinencia de la inversión en sus respectivos metros, pues no es solo la cantidad de dinero contable que se tenga por la operación de un Metro, lo que determina su pertinencia, sino la capacidad de aportar recursos (materiales e inmateriales) de la economía de la ciudad a la economía del país.

En el caso de Santo Domingo, esta tiene los atributos para convertirse en centro de atracción turística de primera importancia: ciudad primada, primeras catedral, calle, hospital, alcázar, edificios gubernamentales, fortalezas y atarazana, etc., del continente. Sin embargo, el centro histórico languidece a pesar de los tantos proyectos realizados por organismos nacionales e internacionales para revitalizarlo y con el, toda la ciudad y el territorio que la circunda.

Santo Domingo es la ciudad más importante del país; sin embargo, para poder establecer su real jerarquía y aporte a la economía de nacional, hay que ver la esencia que tiene la suya: el peso de la informalidad del empleo y construcción de viviendas (ambas sobre el 70%) y el abultado aporte a la economía nacional debido al registro a su favor de aportes al fisco por concepto de tributación de riqueza que se produce en otras ciudades y regiones del país, su dispersa configuración espacial, etcétera.

Quienes la administran, dan permisos de uso suelo abusivo y a veces gansteril, el transporte colectivo lo controlan gremios que se distribuyen o se disputan, armas blancas y de fuego en manos, las rutas de pasajeros. Estos problemas determinan que esta ciudad sea una oportunidad perdida para el desarrollo nacional.

Con lastre, la inversión en un Metro y en grandes infraestructuras viales que se llevan a cabo el presente gobierno tendrá un limitado impacto sobre la economía de esta ciudad. Las grandes obras de ingeniería que se hacen en las ciudades tienen sentido si las mismas son guiadas por sólidos proyectos urbanísticos y ese no es nuestro caso.