Por segundo año consecutivo la RD fue la economía de mayor crecimiento en América Latina y el Caribe; una proeza en una región que experimentó una caída promedio del producto de -0.6%, con grandes países como Argentina (-1.85), Ecuador (-2.3%), Brasil (-3.3%) y Venezuela de -10%; y en ese entorno el país logró la más baja inflación en los últimos 33 años, de apenas 1.7%, y una estabilidad relativa del tipo de cambio con una depreciación de apenas -2.5%.
El año pasado el Producto Interno Bruto creció en 6.6%, seguido de Panamá con 5.2%, y ese comportamiento se explica por el crecimiento de todos los sectores, destacándose la minería con 26.5%, agropecuaria (9.6%), construcción (8.8%), servicios (6.1%), manufactura local (4.8%) y zonas francas 0.5%. Dentro de los servicios cabe destacar el crecimiento de 11.0% en la actividad financiera, de 6.4% en hoteles, bares y restaurantes y de 5.9% en el comercio.
El aumento del Índice de Precios al Consumidor de 1.7% a lo largo del año 2016 representa el quinto año exitoso de la aplicación de las “Metas de Inflación” en el diseño del Programa Monetario y efectivamente desde 2012 los niveles de inflación han sido los más bajos en las últimas tres décadas.
En cuanto al sector externo las exportaciones totales aumentaron en US$325.7 millones, un 3.5%, frente a una caída de 5.1% en 2015, mientras las exportaciones nacionales aumentaron en 8.6%. En otros sectores como el turismo la generación de divisas se situó en US$6,721.5 millones, un aumento nominal de US$605 millones y porcentual de 9.9%, mientras las remesas superaron por vez primera US$5,000 millones, para colocarse en US$5,261.4 millones, un crecimiento de 6.1%. Las importaciones totales, como reflejo del dinamismo económico, aumentaron en 3.1%, a pesar de la beneficiosa caída de 8.58% en las importaciones de petróleo y derivados. Estos resultados permitieron que el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos fuera de -1.5% del PIB, el más bajo en la última década.
La Inversión Extranjera Directa aumentó en US$371 millones, para alcanzar el monto de US$2,593.4 millones, equivalente a un incremento de 16.7%. La generación total de divisas ascendió a US$24,300 millones, un aumento de US$1,604 millones, equivalente a un incremento de 6.1%.
Un reflejo del dinamismo de la economía se encuentra en los préstamos de los bancos múltiples al sector privado y el pasado año aumentaron en RD$94,482.4 millones para un incremento de 11.9%, mucho mayor al crecimiento nominal del producto, destacándose los hoteles y restaurantes con un aumento de la cartera en 23.0%, la construcción con un incremento de 20.8%, los sectores productivos con 7.7%, los préstamos personales aumentaron en 13.6% y varios en 51.3%.
Definitivamente el crecimiento con estabilidad genera sus frutos y la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo reveló que el pasado año se crearon 148,532 nuevos empleos, la tasa de desocupación abierta disminuyó de 7.3% a 7.1%, mientras entre 2012 y 2016 la pobreza se redujo de 42.2% a 30.0% y la indigencia de 11.1% a 6.1%.
República Dominicana en estos momentos está exhibiendo el mejor desempeño macroeconómico de la región y no es accidental las opiniones de los organismos multilaterales, la mejoría de la calificación crediticia del país, la confianza de los mercados de capitales con gran apetito por los bonos soberanos y quedó reflejado en la última colocación en el mes de enero por un monto de US$1,200 millones a diez años a una tasa de interés de 5.95% y la demanda total fue por US$2,922.8 millones, casi el doble.
Este escenario de alto crecimiento con estabilidad depende de factores externos que no podemos controlar, como las políticas comerciales y migratorias del Presidente de los Estados unidos, pero depende también de las políticas internas, especialmente de un aumento de la presión tributaria, que garantice un adecuado superávit primario, el cual representa una de las condiciones para la sostenibilidad fiscal.