La economía del calor

La economía del calor

Las temperaturas suben, y sufre la economía. Esto, porque el calor afecta el rendimiento de la agricultura, la viabilidad del turismo, el transporte, y por vía de los costes eléctricos y de enfriamiento, la manufactura, además de elevar los riesgos de salud.
Adicionalmente, calores extremos disuaden la actividad y la movilidad, reduciendo el consumo. En fin, impactaría al 50% de nuestro PIB.
La escasez de recursos ya está provocando guerras por agua. Al afectar primero a países con verano continuo, el mundo quedará dividido por áreas de vulnerabilidad climática, favoreciendo territorios más templados y aumentando la ya cargada corriente migratoria que existía por razones económicas, políticas y sociales.
Esto pudiera presentarse con Haití en un plazo corto debido a su avanzada desforestación. A saber, hay implicaciones de ordenamiento nacional: la pérdida de tierras costeras y ríos desdibujaría la tenencia de tierras con implicaciones legales, y cualquier impacto repentino o dramático tendría implicaciones para el mercado financiero de seguros y requerirá programas de asistencia pública, posiblemente permanentes.
Un economista japonés, el Dr. Kaya, ha planteado una ecuación que postula que las emisiones de carbono son función del nivel de población, el PIB per cápita (a mayor riqueza mayor uso de combustibles y tecnologías contaminantes), la intensidad de la energía usada para aumentar el PIB y la intensidad del carbón (o el carbón necesario para aumentar la producción energética).
Desde la óptica de su impacto, el cambio climático puede definirse como una externalidad cuyo análisis requiere utilizar conceptos de fallas de mercado.
De hecho, el cambio climático se considera la mayor falla de mercado a la fecha al tratarse de un bien público, supranacional, de proyecciones no lineales que requiere soluciones a largo plazo.
Todo esto dificulta la aplicación de los remedios estándar como impuestos Pigouvianos (al contaminador) y negociaciones con solución eficiente a lo Coase, como implicaría la ecuación de Kaya.
Ante esto, se han desarrollado soluciones de sofisticadas tecnologías, otras de simples medidas de planeamiento urbano (propiciamos una arquitectura de microondas de concreto), o de modalidad, como el ‘tele-working’.
En la Universidad de Irvine, California, un programa integra a estudiantes de humanidades y de ciencias naturales al estudio del cambio climático buscando evitar un análisis estrictamente científico y propiciar soluciones que aborden el tema en su integralidad .
Sus propuestas no caen en el ámbito ‘duro’ de tecnologías nuevas, ni ‘mediano’ de adaptaciones al cambio climático (como muros de mar) sino en el ámbito ‘suave’ buscando incidir en los conceptos y modalidades de acción de las poblaciones que son un elemento intangible de la ecuación de Kaya, pero posiblemente más central que los factores económicos y tecnológicos. Como ejemplo, un estudiante ha identificado una ‘petro-utopía’ en la literatura. Esta es base de valores como la independencia y la movilidad, condicionando las aspiraciones de los individuos.
Alemán, quien sostuvo que “la ciencia no puede conformarse con explicar comportamientos a base de relaciones condiciones-efecto, tiene además que hurgar en el porqué de ese comportamiento hasta encontrarle ‘sentido’” estaría de acuerdo con integrar el aporte de filósofos, humanistas, sociólogos e historiadores a la búsqueda de soluciones estructurales a los problemas económicos del creciente calor.

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