República Dominicana dejó de ser uno de los países de mayor crecimiento en América Latina para de repente acompañar a los que menos crecen. La razón es que los mayores gastos fiscales en los gobiernos de Leonel Fernández se asociaron a parches tributarios y deudas. Por eso sus efectos fueron recesivos, lo demuestran las estadísticas, el crecimiento económico promedió 8.45% en los años 2005-2008 y 5% en el periodo 2009-2012.

Para cambiar la tendencia negativa se debe recapitalizar la economía con mayor educación e inversión privada, es por eso que el ajuste fiscal debía reducir el gasto corriente, era más creíble que el aumento de impuestos que se hizo. Como no se procedió de la mejor manera, el crecimiento que se pronostica para el 2013 apenas es 3%, inaceptable porque aumenta la pobreza y prolonga la de mucha gente que pensaba salir de ella.

Aunque John Kenneth Galbraith se burlaba de las predicciones macroeconómicas,  decía que hacía respetable la astrología, prestemos atención a las consecuencias de ese bajo crecimiento. Si partimos de que nuestro ingreso per cápita es US$5,700, tardaríamos 16 años en llegar al ingreso medio de América Latina (US$9,600), el doble de tiempo para compararnos con Chile (US$14,400) y en el 2060 el FMI y los demás Organismos Internacionales nos calificarían como país desarrollado.

Eso no lo podemos aceptar, porque con un esfuerzo colectivo para un crecimiento sostenido de 6% podemos reducir la distancia. En el 2037 estaríamos en la lista de países con un ingreso per cápita que ronda US$20 mil, los llamados desarrollados, entraríamos al club 17 años después de Chile que espera hacerlo en el 2020. El objetivo puede alcanzarse apoyado en las pequeñas y medianas empresas, ganando competitividad y aumentando el ahorro interno que está en el suelo. Existen dos caminos para revertir la brecha de competitividad, permitir la devaluación del peso o aplicar políticas que reduzcan los costos y precios que aumentaron con motivo de los 6 parches fiscales. La última es la opción, que implica reformas sectoriales, comenzando con el eléctrico, para reducir la tarifa y aumentar la oferta de energía.

Es necesario poner atención a la burbuja inmobiliaria que se siente en el mercado, que podría comprobarse comparando el precio de apartamentos, casas, solares urbanos y turísticos, a diciembre del 2012, con el precio promedio de los años 2000-2004. Porque se produce en un ambiente donde los nuevos impuestos aprietan aún más el presupuesto familiar, que arrastra una importante deuda bancaria y comercial, acumulada con motivo del reiterado sobrecalentamiento de la economía durante varios años, y de los altos déficits en la cuenta corriente de la balanza de pagos (promedió 6% del PIB), que hizo la economía dependiente del financiamiento externo.

No existen estadísticas oficiales sobre esa deuda total familiar respecto al ingreso disponible, se publican solo indicadores relativos a la cartera de crédito privada de la banca. Cuando se analizan debe tenerse cuidado, podría conducir a conclusiones erradas, muestra tendencia declinante, de 24.31% en el 2008 a 23.90% en el 2012, respecto al ingreso disponible.