Muy alta es la probabilidad de que este año la realidad económica mundial sea peor al escenario pesimista pintado por organismos internacionales. Que el retroceso supere lo que prevé Consensus Forecasts, una caída del crecimiento mundial, de 2.8% en 2022 a 1.5% este año, Estados Unidos de América, de 1.9% a 0.2%, y zona euro de 3.2% a una contracción de -0.1%.
Algunos vaticinan recesión ligera por la guerra entre Rusia y Ucrania que en febrero cumple un año, y por aumentos de precio del petróleo hasta 100 dólares el barril como pretenden Putin y Arabia Saudita que dominan el monopolio de la OPEP.
No obstante, sobre nuestra economía, no comparto el pronóstico de que el ritmo de crecimiento perderá fuerza para cerrar el año por debajo de 5%. Me apoyo, por un lado, en que, por la estabilidad política y social del país, ponderada de manera positiva por organismos internacionales y firmas calificadoras de crédito, y la demostrada calidad de la política fiscal y monetaria, atraemos flujos de capitales extranjeros en monto cada vez superior, lo que continuara durante este año.
Y, por otro lado, si bien el contexto externo pesa en nuestra economía, es mucho menos de lo que se cree, me explico. Con el repunte de la demanda interna el patrón ha sido que en volumen las importaciones crecen mucho más que el de las exportaciones de bienes, siendo negativo la aportación del saldo exterior neto al crecimiento real de nuestro PIB, compensado en parte por contribución positiva de la exportación de servicios, incluido el turismo.
Tomemos como ejemplo el crecimiento del PIB real de 5% en 2022 con respecto al año anterior. Según cifras de Aduanas, en los primeros once meses del año a precios corrientes el valor exportado de mercancías aumento 7.5%% y 0.84% a precios constantes o en volumen, descontando el aumento de 6.3% de los precios unitarios según la Organización Mundial de Comercio. En cuanto a las importaciones de bienes, aumentaron 28.6% en valor y 24.4% en volumen, ya que los precios unitarios crecieron 4.2%.
Como fue mayor el ritmo de aumento del volumen de las importaciones, negativa fue la aportación del saldo exterior neto al crecimiento del PIB, lo cual obedece, repito, al fuerte impulso del consumo de bienes y de la inversión de capitales.
En conclusión. Uno, el sector exterior neto resta al crecimiento del PIB. Dos, si la cifra oficial confirma que el precio unitario de lo exportado creció más que el del importado, en 2022 se produjo transferencia de ingreso hacia nuestro país, lo que debe manifestarse, por un lado, en reducción del déficit comercial, y, por otro lado, en menos inflación importada. Esto último explica el continuo descenso mensual de la inflación general, hasta ubicarse la tasa interanual en torno al rango meta de 4% antes de terminar el primer semestre de 2023, sumando poder adquisitivo a los dominicanos.
Y tres, si evitamos que aumente el descuento del sector exterior neto, lo que podemos hacer acelerando las exportaciones de bienes, este año el PIB crece sobre 5% por contribución del consumo e inversión, impulsados por los vientos de cola generados por el extraordinario impulso monetario y fiscal de 2021, que siguió soplando en 2022, y que se mantendrán durante este año, aunque baje la intensidad.