En varios artículos publicados en mi columna he abordado el tema de la educación y cómo sin un buen nivel de la misma es imposible que un país pueda salir adelante. Por ello, una experiencia testimonial en la que estuve presente hace unos pocos días, me ha motivado a compartirla con ustedes porque realmente me resultó impactante.
Con Ambiorix Sánchez, hijo coherente y consecuente de Constanza he venido cultivando una amistad e intercambio desde hace algo más de un año. La impresión que ha proyectado es de una persona culta, de palabra y pronunciación correcta, conversación amena y con criterios sustentados, analítico y profundo en el análisis de temas tanto nacionales como internacionales. Es un hombre joven, de apenas 34 años. Por todo ello cuando en un reducido círculo de amistades se sintió compelido a contar sus vivencias casi todos los que nos encontrábamos presente – excepto una joven que lo conocía de antes – nos sorprendimos.
Siendo el menor de 9 hermanos, cuando tenía 13 años no sabía leer ni escribir y trabajaba en lo que podía para ayudar a la economía de subsistencia de una familia en condiciones precarias. Empezó a sentir la necesidad del desarrollo y le pidió a una hermana, la única que sabía un poco leer y escribir, que le enseñara. Desarrolló las habilidades y fue se inscribió en la escuela. El Director sorprendido le hizo una prueba y lo colocó en segundo, estudio con esmero en tanto seguía trabajando para ayudar a la familia. A los 16 años, nefasta consecuencia social de la pobreza y la marginación, se casó con una joven de su misma edad. No fue sino hasta los 20 que tuvieron un hijo porque no quería que se le afectasen los estudios. La compañera dejo los estudios y no le interesaba estudiar ni tampoco los estudios de él. Se rompió la unión.
La madre de la amiga que se encontraba presente fue su maestra y motivada por el interés que él mostraba le ofreció conseguirle una beca. Vio el cielo pero tuvo que rechazarla porque no podía dejar de trabajar por el día para ayudar a la familia.
Nunca ha dado la espalda a la familia. Hace poco convocó una reunión familiar – todos los hermanos mayores lo respetan – y les pidió apoyasen a sus hijos para estudiar para que pudieran saltar hacia adelante.
Terminó la universidad, está a punto de terminar una Maestría en Gerencia Financiera. Imparte finanzas en la universidad; tiene una agencia de asesoría financiera y dirige el instituto en que estudió. La educación potencia a los individuos y a los países.