La educación dominicana es un verdadero drama2

La educación dominicana es un verdadero drama2

POR MU-KIEN ADRIANA SANG
Para hacer un breve repaso de la situación de la educación…resultan útiles las cuatro A propuestas por K. Tomaseviski…. de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas:

ASEQUIBILIDAD. Presupuesto suficiente, escuelas y maestros necesarios, infraestructuras y dotaciones pertinentes.

ACCESIBILIDAD: gratuidad, accesibilidad económica, material y geográfica a las instituciones educativas.

ADAPTABILIDAD: pertinencia del currículo y la oferta educativa de acuerdo a contextos y poblaciones.

ACEPTABILIDAD:  calidad de la educación asociada a las necesidades, intereses y expectativas de las diversas comunidades y poblaciones.

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En el pasado Encuentro contaba a los lectores sobre algunas de las peripecias que hemos vivido en el Departamento de Educación del Recinto Tomás de Aquino de la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra.

Decía que iniciamos el programa ¡Adopta un Futuro Maestro! Que beca a jóvenes bachilleres menores de 25 años que deseen estudiar educación.  Informaba que después de un largo proceso de búsqueda de fondos con el sector privado, se consiguieron 35 becas.  Con las becas aseguradas, empezamos a hacer la promoción.  Estábamos en un mal momento porque corría el mes de junio y las clases ya estaban a punto de terminar. Enviamos carta a los colegios y liceos de la capital, informando de la existencia del programa, 

Durante la primera semana recibimos cientos de llamadas de jóvenes bachilleres, pero preguntaban si con esas becas podían estudiar otras carreras. Cuando encontraban nuestra negativa, cerraban el teléfono desilusionados.  Para el mes de agosto sólo teníamos 8 solicitudes, dos de las cuales eran profesoras en servicio que sobrepasaban los 30 años de edad.  Decidimos entonces ampliar la cobertura de la promoción. Enviamos cartas a los distritos educativos, a las diferentes instancias de la Secretaría de Educación, especialmente al Instituto Nacional de Formación de Maestros, cuyo director es el buen amigo Pedro Antonio Eduardo.  Hicimos persuasión telefónica con amigos y amigas vinculados al trabajo en el sector.  Era difícil, teníamos becas, pero no solicitudes. Nadie quería estudiar educación.  Acompañamos la promoción directa con entrevistas en la prensa escrita y televisiva.  La campaña dio resultado.  Llegamos a 80 solicitudes. 

El perfil de la población solicitante era completamente marginal.  Se había cumplido el resultado de la encuesta: la clase media no quiere estudiar educación.  Los jóvenes que solicitaron lo hicieron como una forma de iniciar la carrera universitaria y además estudiar en una universidad privada de calidad.   Muchos de los solicitantes se desilusionaron cuando le dijimos que si tomaban la beca no podrían cambiarse de carrera.

A finales de noviembre los aspirantes tuvieron que realizar el proceso de admisión, que conlleva un examen de conocimientos y un test de inteligencia.  El Comité de becas, integrado por varias funcionarias de la universidad, decidió también que se le aplicarían otras pruebas sicológicas.  A principios de diciembre los 80 solicitantes tomaron los exámenes. A mediados de ese mes obtuvimos los resultados y convocamos al Comité.

El resultado no fue nada halagador.  Solo 55 de los 80 solicitantes logró obtener una nota mayor de 1.2 sobre 5.0; es decir  25 se autodescalificaron desde la primera prueba.  Cuando nos reunimos solo 14 de los 55 tenían todos los requisitos cumplidos: 80 puntos en los cuatro años de bachillerato, más de 2.8 sobre 5.0 en las pruebas de admisión y resultados prometedores en las otras pruebas sicológicas.

Estos 14 fueron automáticamente seleccionados. Entonces nos preguntamos ¿Qué vamos a hacer? Nos faltaban 21 becas. ¿A quién se las dabamos?  ¿Con cuáles criterios? Evidentemente nos vimos en la necesidad de flexibilizar los estándares.  Decidimos tomar los que tenían  la mayor puntuación en el examen de admisión y en las pruebas sicológicas.  Después de una ardua jornada hicimos la selección, con la conciencia de que los 35 becarios no representaban el ideal.   Nuestros seleccionados eran jóvenes que tenían deseos de superación, pero estaban en un nivel socio cultural muy por debajo de las necesidades y las expectativas.

Tomamos la decisión de que además de darle un seguimiento académico con su programa de clases, se les daría asistencia directa para supervisar su rendimiento y además desarrollar un amplio programa cultural que contemplaría visitas a museos, conferencias y viajes para conocer los principales centros culturales del país.

Se convocó una reunión con los seleccionados.  Como el resto no fue convocado, la voz corrió y en la sala se apersonó un grupo de los rechazados. ¡Qué triste fue decirle a ese grupo que no habían obtenido la beca! Creo que ese ha sido uno de los momentos más difíciles y triste de mi existencia.  Finalmente la reunión se hizo tal y como estaba programada.  ¡Adopta un Futuro Maestro! Era una realidad, a pesar de los pesares.

La experiencia me dejó pensativa.  Pensé mucho en el país. ¿Cuál va a ser el futuro de la educación dominicana?  ¿Cómo podemos pensar en una educación de calidad con un docente que no está a la altura ni de las expectativas, ni de los retos, ni de las necesidades? ¿Cómo podemos educar para el siglo XXI si nuestra educación está al nivel de principios del siglo XX?  ¿Cómo podemos pensar en desarrollar una educación tecnológica cuando no existe voluntad política para hacer las transformaciones necesarias? ¿Cómo podemos hacer que nuestra industria sea competitiva cuando los empresarios no han entendido que tienen que apostar a la educación?

La profesión docente con esta realidad seguirá siendo una actividad marginal, donde acudirán solo las personas excluidas de las demás oportunidades sociales.   La educación dominicana si no cuenta con almas que se duelan de ella seguirá siendo un verdadero drama y una verdadera tragedia nacional.

msang@pucmm.edu.do 
mu-kiensang@hotmail.com

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