La sociedad a la que asistimos en la contemporaneidad se caracteriza por una mutación vertiginosa en todos sus órdenes. Todo es creación e innovación continua. Cada día nos encontramos con nuevos avances de la ciencia y la tecnología. Las fronteras culturales se reducen como efecto de la globalización, al tiempo que fronteras políticas se tornan cada vez más herméticas. Impera una necesidad de inmediatez, se promueve el individualismo y el impersonalismo; al tiempo que tenemos que competir para alcanzar el estatus que nos permita convertirnos en más consumistas compulsivos con el pretexto de estar a la vanguardia.
Vivimos en una sociedad “cortoplacista”, en donde se promueve la búsqueda del placer a corto plazo al costo que sea, lo cual desfavorece la postergación de la gratificación para alcanzar metas a largo plazo, la autorregulación y el control de la impulsividad.
Esta es la sociedad del aburrimiento, en donde cada día se necesita abrir un nuevo centro de diversión porque las personas se cansan de sí mismas y necesitan medios de escapismo para huir de la realidad. Es la sociedad del sinsentido y la inconformidad, en la que la gente va por la vida sin saber (ni preocuparle) hacia dónde se dirige; al tiempo que detesta su imagen corporal y se envuelve genuflexo en el culto al “cuerpo perfecto” de la televisión.
Vivimos en la sociedad de la distracción, en donde cada día se reducen los periodos de atención sostenida debido a la multiplicidad de estímulos en el ambiente y la baja capacidad de discriminación de estímulos relevantes.
La nuestra es una sociedad cómoda y pasiva, en la que se evita esforzarse demasiado; dejamos que los medios piensen por nosotros y que la tecnología se haga cargo de nuestra memoria. Porque nos pesa introducir información de calidad a nuestro cerebro y mucho más tener que razonarla.
Actualmente observamos con preocupación la expansión y proliferación de la información y la interconexión, pues esto no se traduce en una mejora de la calidad comunicativa.
La cuestión con todo esto es ¿cómo educar en una sociedad como esta? ¿Y cuál es el modo de educación pertinente? Sabemos que actualmente los modelos educativos se suceden unos a otros con la misma rapidez con que una modelo se cambia de vestuario para posar para la cámara. También sabemos que hoy los más media tienen más influencia sobre la educación de los individuos que la familia, la escuela o iglesias, como era unos 50 años atrás. Es preocupante que medios impersonales sean los que de forma indiscriminada moldeen los cerebros de nuestros y nuestras estudiantes.
Por ello, es necesario que la educación se actualice (trascienda el modelo industrial) para poder responder de forma pertinente a los retos que le impone la contemporaneidad. También se plantea la necesidad de que escuela, familia y la sociedad en general se integren de forma comprometida en la educación de los individuos. La educación es una responsabilidad de todos y todas en todo momento. Porque nuestro cerebro no se detiene de aprender y necesita de una educación capaz de guiarle de forma efectiva en ese proceso tan importante.