La educación sexual en niños y adolescentes

La educación sexual en niños y adolescentes

KEDMAY T. KLINGER
Es preciso comenzar explicando, que el desarrollo de la sexualidad humana empieza tan solo con el contacto físico de los bebés cuando son sujetos y acariciados, lo cual ocurre porque es totalmente necesario y natural, ya que se debe reconocer al niño como un ser sexuado, en relación consigo mismo y con los otros, para que de esta forma se construya una identidad sexual propia. La sexualidad infantil es una de las puertas por la cual el niño desarrolla su personalidad y sus relaciones con la afectividad.

La sexualidad es una necesidad natural en los seres humanos, una función como tantas otras, como comer, caminar, leer o estudiar. Y como tal, debe ser un tema tratado con naturalidad, honestidad, cariño, y teniendo su propio espacio dentro del proceso educacional del niño.

El mejor ambiente para enseñar a los niños/as con respecto a esta materia, indiscutiblemente es la familia, ya que es el núcleo principal donde se les debe entregar un marco de referencia ético, moral, social y especialmente sexual, puesto que la relación afectiva que une a los padres genera un clima propicio para la comunicación y el aprendizaje. Otro espacio que resultaría favorable sería el maternal o el preescolar, por la presencia de distintos profesionales que pueden abordar el tema en propiedad, siempre y cuando en el hogar se haya tratado el asunto previamente. La educación sexual en el colegio debe ser sólo una extensión de la que se imparte en el hogar. Lo importante es que entre la información entregada en uno y otro escenario no haya disonancia y tenga como finalidad que el niño se sienta acogido y además, se aclaren sus dudas.

Es muy importante que los padres tengan claro el tipo de orientación sexual que desean dar a sus hijos, debemos considerar que la educación sexual es un proceso largo, de toda una vida, en la que siempre hay tiempo de corregir e intervenir para que el niño vaya mejorando su concepto, su conocimiento y su vivencia sobre la sexualidad; pero sin embargo, para esto es necesario crear y mantener un canal abierto de comunicación con los hijos, con espacios de discusión y de intervención sobre lo que es correcto y lo que no, relacionados a todos los temas, pero muy en especial a la sexualidad. Sería conveniente observar de cerca el entorno y las actividades del niño para poder orientarle cuando crea necesario, y en la medida de lo posible, no debe perder ninguna oportunidad para entablar conversación sobre sus dudas e intereses.

Es bueno saber que, asumiendo o no la tarea de orientar sobre este tema a sus hijos/as, charlando o no con ellos, los padres estarán dando educación sexual, es decir, dependiendo de la actitud de los padres, los niños aprenden si el sexo es bonito o feo, correcto o incorrecto, un tema de conversación o no. Los padres son un modelo con sus actitudes, hablen o no del tema. Que el niño no pregunte no significa que no quiera saber, es probable que simplemente no se anime a preguntar por temor a la actitud que sus padres tendrán hacia el tema.

Es por eso que insisto, en que es sumamente conveniente hablar de sexo con su hijo desde el momento en que él empiece a conocer su cuerpo, porque de una forma u otra, más tarde o más temprano tu hijo/a empezará a tener dudas e interrogantes sobre el sexo, y cuando esto pase debes saber que lo más recomendable es mantenerse firme en las respuestas, jamás inventar o mentir, nunca evadir la pregunta, y tratar de no contestar más de lo que tu hijo/a pregunte. Lo ideal es hablarle de sexo en la medida de su curiosidad, según la edad que tenga.

A preguntas difíciles, respuestas fáciles. Solo se trata de criterio común. La idea es que tanto progenitores como encargados o profesores, orientadores, religiosos, escuelas y profesionales unifiquen respuestas sin grandes tecnicismos ni retórica que los tiempos ya no aconsejan. El objetivo primordial es decir las cosas por su nombre, pero en el justo equilibrio, en un lenguaje adaptado a la psicología infantil, sin caer en ningún tipo de excesos.

El principal factor de la educación sexual es entregar al niño un conocimiento adecuado de su sexualidad y de sus propios procesos de maduración física, mental, emocional y social en relación con el sexo, con miras a su formación futura. En segundo lugar, estimular la comprensión necesaria para que pueda manifestar su sexualidad de manera eficaz y creativamente en su actuar posterior como amigo, novio y, finalmente, como padre. También, dar a conocer todo lo relacionado con las implicaciones de la manifestación de la sexualidad para que, eventualmente, pueda protegerse de ser utilizado y lesionado en su salud física y mental.

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