La educación superior en su contexto político
y económico

La educación superior en su contexto político <BR>y económico

POR JESÚS DE LA ROSA
Entre las transformaciones más importantes ocurridas en el sistema dominicano de instituciones de educación superior a partir de la última década del siglo pasado se destaca: la gran expansión cuantitativa del sistema; su notable diversificación institucional; el aumento de la participación del sector privado; el incremento de la internalización; los esfuerzos de transformación de la mayoría de las instituciones; y, sobre todo, el cambio de actitud de los gobiernos hacia la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Entre los años 1990 y 2003, el número de estudiantes matriculados en los 12 institutos de estudios superiores y en las 33 universidades que el país tenía, y que tiene en estos momentos, se duplicó, alcanzando, a finales del 2003, la cifra 322 mil, 311 estudiantes.

En ese mismo periodo, la población estudiantil de la Universidad Autónoma de Santo Domingo se multiplicó por 6, pasando de 16 mil estudiantes en 1990 a 96 mil en el año 2000. En la actualidad, más de 150 mil dominicanos de edades comprendidas entre los 18 y 35 años cursan estudios en la más vieja universidad de América.

Ese aumento se debió a la extensión de la cobertura de los niveles básico y medio. Pero, la calidad y la pertinencia de la enseñanza proporcionada por los mismos resultaron inadecuadas, lo que afectó y afecta seriamente la capacidad de los estudiantes que ingresan a las instituciones de educación superior.

Ese extraordinario crecimiento de la matrícula estudiantil tuvo lugar sin que se aumentara simultáneamente la capacidad de los académicos que laboran en las universidades y en los institutos técnicos. Muchos de ellos, debido a los bajos salarios que perciben, han tenido que laborar a tiempo parcial en varias instituciones a cuenta de ver mermada la calidad de los servicios que prestan.

Las misiones y las capacidades académicas de nuestras instituciones de educación superior son muy variadas, distinguiéndose entre ellas universidades de gran tamaño como la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, que realizan sus funciones de investigación y de extensión en diversas áreas del conocimiento y ofrecen numerosas carreras; instituciones de estudios superiores de menores dimensiones, sin capacidad de investigación pero con variada oferta de carreras; uiversidades pequeñas que sólo ofrecen programas de docencia en un número limitado de disciplinas; e institutos que centran sus actividades en una sóla área del conocimiento.

La composición del estudiantado universitario dominicano según los niveles de formación es de un 93% en estudios de licenciatura; un 4% en estudios técnicos: y un 3% en estudios de post grado.

La educación superior privada aquí, como en la mayoría de los países de la América española, se ha expandido y diversificado a niveles no esperados.

 Al lado de las antiguas instituciones de educación superior de carácter confesional aquí se han venido desarrollando instituciones universitarias mantenidas por grupos empresariales y por otras organizaciones de la sociedad civil. La especialización de esas entidades ha consolidado dos sectores al interior de las mismas: las orientadas a la captación de la demanda no atendida por la Universidad estatal, con oferta profesionalizante y mínimos estándares académicos, que se comportan como lucrativas empresas del sector: y las calificadas como de élite, creadas para competir en calidad con la Universidad Autónoma de Santo Domingo, pero cuyo alto costo las ha tornado impermeables a la penetración de los sectores bajos y medios de la sociedad domincana.

La Ley 139’ 01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología que regula las actividades de las instituciones de educación superior consagra el carácter de servicio público de la enseñanza superior, con independencia de las estructuras juridicas u organizacional de la institución que la ofrezca.

Debido a los efectos perversos de una economía globalizada de mercados abiertos a la competencia internacional, en los últimos años, el carácter internacional de la educación superior y de la investigación científica se ha venido acentuando de más en más; pero ello ha venido ocurriendo de forma desorganizada con un evidente flujo de Sur al Norte de mano de obra especializada. Esto, en vez de contribuir al fortalecimiento de los sistemas de educación superior de la Región, está provocando una importante emigración de profesionales y científicos de altos niveles de formación académica y profesional de nuestros países hacía las naciones industrializadas. Así, nuestros profesionales y científicos mejores formados se ven trasformados en productos de exportación de aquellos países sobre la base del aporte de recursos humanos cuyos costos de formación son cubiertos por los contribuyentes de los países en desarrollo.

Contrario a lo que sucedía años atrás cuando las autoridades, los estudiantes y los empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo tenían que lanzarse a las calles a reclamarle al gobierno de turno más recursos para la academia, hoy los de la UASD tienen en el gobierno presidido por uno de sus egresados su mejor aliado.

Tuvieron que correr los años y hasta tuvo que correr la sangre para que la Universidad estatal avanzara en la consecución de un mínimo de respeto.

Las tensiones y los conflictos entre la Universidad estatal y los poderes establecidos no han desaparecido del todo. Siguen existiendo aunque situados en la conjugación de actores como la propia universidad, los poderes públicos y la sociedad; ésta última, vista como un conjunto de personas físicas, entidades y agrupamientos de intereses que van desde el simple ciudadano al universitario y su familia, pasando por los grupos de intereses económicos, sindicales y profesionales.

El presidente Leonel Fernández está en vía de hacer realidad una de sus promesas de campaña: convertir la Universidad Autónoma de Santo Domingo, sino en la mejor, en una de las mejores universidades estatales de la América española.

El gobierno del presidente Fernández ejecuta un ambicioso proyecto de modernización de la Universidad estatal cuyo costo supera los 3 mil millones de pesos.

En diciembre del año recién pasado, concluyeron las labores de construcción de la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la más moderna de todo el área, y las de reconstrucción de su Aula Magna.

En el año 2005 fueron inauguradas las edificaciones de las ciudades universitarias de las ciudades de Santiago de los Caballeros y de San Francisco de Macorís.

Marchan a toda prisa los trabajos de edificación de una torre de nueve niveles en la sede central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo que acogerá a todos sus deparmentos académicos y administrativos; un nuevo comedor universitario: un nuevo edificio para el Instituto de Sismología; un edificio para los laboratorios de las ingenierías; y una moderna planta de televisión.

El gobierno del presidente Fernández dispuso la terminación de las nuevas y modernas edificaciones de los centros regionales de Higuey, Barahona, San Juan, Bonao y Puerto Plata.

Esas inversiones permitirán que nuestra juventud disponga de un conjunto de instituciones estatales de educación superior con misiones bien definidas y con estructuras curriculares flexibles.

En la ceremonia de apertura de la reconstruida edificación del Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el presidente Leonel Fernández afirmó que ¨ sin educación superior no hay desarrollo posible; que un Estado moderno no puede prescindir de la educación superior so pena de conducir a los países a mayores niveles de subdesarrollo; y que el aparato productivo de una nación debe sustentarse en la capacidad centífica tecnológica de quienes intervienen directamente en el proceso. Y dirigiéndose a los estudiantes presentes en el acto les dijo que la dedicación al trabajo y al estudio era la única vía honrada de ascender socialmente.

Un selecto grupo de catedráticos que laboramos en diferentes universidades ha estado procurando que nuestro sistema de instituciones de educación superior se adapte a los cambios del entorno, desarrollando nuevas políticas entre las que se destacan: la búsqueda y consolidación de mecanismos de diálogo con las instancias gubernamentales; el establecimiento de mecanismos de control y de evaluación de las instituciones de educación superior orientados hacia el perfeccionamiento continuo de las mismas; la procura de diversificación de las fuentes de financiamiento de las instituciones de educación superior a través de la suscripción de contratos de servicios con entes públicos y empresas privadas; el impulso de las labores de investigación con fines utilitarios; y el desarrollo de iniciativas en pos de la ayuda y de la cooperación internacional.

Pensamos que la Universidad debe mantener su carácter de institución autónoma; que debe continuar produciendo y trasmitiendo cultura a través de sus enseñanzas y de sus labores de investigación y de extensión.

Deseamos que la Universidad mantenga una clara independencia política, ética y científica; y que conserve el control de su presupuesto, orientando sus gastos hacia el cumplimiento de su misión, en función de decisiones y prioridades tomadas con base a los principios de autonomía y de libertad de cátedra.

A finales del año recién pasado, los datos oficiales sobre el comportamiento de la economía dominicana presagiaban días mejores.

Se decía que la República Dominicana había acelerado su crecimiento hasta un 7%, cinco puntos más que en el año 2004, y que el Producto Bruto Interno por habitante había aumentado un 5.2%, y que este había sido su mayor incremento desde el año 2000.

Tomando en cuenta las leyes que aquí rigen en la materia y entusiasmados por el anunciado mejoramiento de nuestra economía, los técnicos de la secretaría de Educación, los de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, los de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y los del Instituto de Capacitación Técnico Profesional elaboraron los presupuestos de sus respectivas instituciones a tono con la situación de una economía que parecía repuntar.

En efecto, la Secretaría de Educación presentó al gobierno del presidente Fernández un presupuesto para el año 2006 ascendente a 36 mil 200 millones de pesos; la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología uno de 4 mil millones de pesos; la Universidad Autónoma de Santo Domingo uno de 7 mil 302 millones de pesos; y el Instituto de Formación Tecnica Profesional uno de mil 65 millones de pesos.

A pesar de que el gobierno del presidente Fernández presentó al Congreso Nacional un proyecto de Presupuesto y Ley de Gastos Públicos ascendente a 238 mil millones de pesos, superior en 32 mil millones al ejecutado en el año 2005, las partidas presupuestarias destinadas a la educación básica, media y superior, y a la formación técnica profesional, fueron, en cuanto a sus respectivos montos, muy inferiores a lo que todos esperábamos.

En efecto, a la Secretaría de Educación se le destinaron 19 mil, 329 millones, la mitad de lo que solicitó; a la Secretaría de Educación Superior 448 millones de pesos, menos de la tercer parte de lo solicitado; y a la UASD 2 mil, 329 millones de pesos, sin incluir los gastos de construcción de las edificaciones ni los gastos de mantenimiento de su Biblioteca Central que son cubiertos con el presupuesto de la Presidencia de la República.

¿Hasta qué punto el recorte de las asignaciones presupuestarias al sector de educación impedirá la solución de los problemas que afectan a nuestras instituciones docentes en momentos en que, por efectos de la globalización y de las firmas de tratados de libre comercio, la calificación de la mano de obra se torna más rigurosa? Buscaremos la respuesta la próxima semana.

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