-4 de 4-
Rectores de universidades, junto a expertos en materia de educación, economía y planificación, perciben cierta falta de concordancia entre el producto de nuestra educación superior y las demandas de la sociedad; también, cierto debilitamiento en la interacción entre lo que se enseña en nuestras altas casas de estudio con los eslabones de la producción nacional. Sabemos que la calidad de la educación superior que aquí se ofrece ya no responde a las demandas de la sociedad de hoy. Muchas de nuestras instituciones de educación superior no disponen de infraestructuras adecuadas, ni de modernos equipos de laboratorio, entre otras carencias. Todas esas insuficiencias plantean a la comunidad académica retos de muchas trascendencia, al no resultar fácil el encontrar articulaciones entre dichos procesos y la vida económica, paso indispensable en un ordenamiento mundial como el que vivimos en plena gestación. Todos los esfuerzos que se han venido realizando en los últimos años en post del mejoramiento de nuestra educación superior podrían resultar inútiles si el actual gobierno, y los que le sucedan, no aportan los recursos económicos necesarios para tales fines, ni brindan las facilidades que en el mundo de hoy se demandan. De ahí la validez de las palabras del Rector Magnífico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, doctor Iván Grullón, empleadas en calificar como de desastrosa la situación económica por la que atraviesa la Universidad Primada de América, en el acto de otorgamiento del título de Profesor Honorario que esa Alta Casa de Estudios le confiriera al científico italiano Giovanni Di Pietro.
Al enfocar este problema, es oportuno tener en cuenta, además de las demandas de la sociedad y los inconvenientes que surgen en la producción de mano de obra calificada, particularidades como el grado de dependencia de la formación superior con respecto al desarrollo socio-económico del país y las estrechas interacciones entre las fases de reproducción de la mano de obra calificada y los años que transcurren entre las manifestaciones de sus resultados. Todos ellos nos plantean retos de trascendencia en la búsqueda de elementos que permitan llegar a una dinámica concertación entre los distintos actores y consensos globales sobre el futuro que guiará el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
El proceso de modernización de la Universidad Autónoma de Santo Domingo no marcha a pasos tan acelerados como deseamos; pero, afortunadamente marcha. A saber: Hace ya algunos años que concluyeron las labores de construcción de su Biblioteca Central, la cual es visitada a diario por más de 20 mil lectores. Concluyeron los trabajos de edificación de la Torre Administrativa y los de reconstrucción y ampliación del Alma Máter; también, los del Comedor Universitario, los laboratorios de la Facultad de Ingeniería, los trabajos de construcción de las ciudades universitarias de Santiago, Puerto Plata, San Juan, Barahona, San Francisco de Macorís. Faltando por terminar la construcción de algunas aulas de la Facultad de Humanidades y la edificación de un moderno Hospital Universitario. Una vez que ese proceso de modernización de la UASD concluya, el costo de su sostenimiento habrá de elevarse a niveles considerables. ¿Cuánto deberíamos gastar en educación superior y cómo debería financiarse dicho gasto? ¿Dispondremos entonces de recursos suficientes para financiarla? Sí la respuesta fuere no, ¿a cuáles otras fuentes de financiamiento nos veríamos obligados a recurrir?