La educación superior y los organismos internacionales

La educación superior y los organismos internacionales

Jesus de la Rosa.

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Cien años después de la ocurrencia de la Reforma Universitaria de Córdoba, la educación superior está nuevamente en discusión. Amplios detalles y particularidades de dicha polémica pueden leerse en la obra “La Educación Superior en el Umbral del Siglo XXI” del escritor nicaragüense Carlos Tunnermann, publicada en 1996, en Caracas, Venezuela, por la UNESCO/CRESALC.
En los años 70 del pasado siglo 20, los procesos de reforma universitaria estuvieron a la orden del día, en la América Española, en los Estados Unidos, en la región del Caribe, en fin, en casi todo el mundo. Los mismos perseguían adaptar la educación superior “a los nuevos requerimientos económicos y sociales derivados de la adopción del llamado modelo de desarrollo promovido por la CEPAL, basado en el proteccionismo industrial, la sustitución de las importaciones, la explotación de los recursos naturales y en el endeudamiento externo”. A decir del destacado escritor nacido en la tierra de Rubén Darío, en esos tiempos, los esfuerzos de integración regional y subregional utilizaban como instrumentos claves los aranceles proteccionistas e incentivos fiscales, a fin de abastecer una demanda interna expandida por la existencia de mercados mucho más amplios. En esos tiempos, idos para bien o para mal, nadie dudaba del papel clave de la educación superior en los esfuerzos conducentes al desarrollo y modernización de las sociedades y hasta se le atribuía el rol de motor principal del ade lanto y la transformación social. Todo ocurría de manera muy diferente a como hoy ocurre.
El debate actual sobre la educación superior se caracteriza por la existencia de toda una escuela de pensamiento, sustentada incluso por algunos organismos internacionales de financiamiento que ponen en tela de juicio la eficacia de la educación superior pública, cuestionan su rendimiento económico y social y la prioridad de las inversiones económicas destinadas a ella. Aceptamos que el debate contemporáneo sobre la educación superior es mucho más complejo que el que tuvo lugar aquí a partir del ajusticiamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo y de la caída de su régimen, y en que lo que ahora está en juego es la confianza misma de la sociedad dominicana en la educación superior pública, como uno de los medios privilegiados con que cuenta el país para promover su desarrollo y fortalecer su identidad nacional y su autodeterminación.
Somos de opinión que a partir de la desaparición de la tiranía trujillista, la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se adaptó al nuevo contexto. Y, en consecuencia, vino a ser el centro intelectual y crítico por excelencia de la sociedad dominicana, aun cuando en ocasiones sus labores se vieron entorpecidas por los gobiernos que entonces se sucedieron.
En la actualidad, la Universidad Primada de América se enfrenta a cuatro grandes desafíos: a) Su expansión para contender con la demanda social de la educación; b) Su interacción con la sociedad, buscando tipificar sus necesidades y problemas relevantes; c) Su promoción para extender los niveles de postgrado; y d) Ampliar sus capacidades de investigación y de producción y difusión de nuevos conocimientos.
Pero, ¿qué significa para nosotros el poner la Universidad más antigua del Nuevo Mundo a tono con los nuevos tiempos? Significa el construir, desde nuestra propia identidad cultural, un modelo de universidad de desarrollo humano sustentable, plasmado en un proyecto de sociedad comprometida con el desarrollo humano que no excluya la apertura de nuestra economía y la búsqueda de una inserción favorable en el actual contexto internacional.
Existen pruebas convincentes de que hoy día en la UASD, y en otras instituciones de educación superior, se vienen realizando experimentaciones de una complejidad mayor a las que se llevaban a cabo en otro momento de nuestra historia.

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