La Elegía del 14 de Junio, 50 años después

La Elegía del 14 de Junio, 50 años después

Lo que escribo hoy es como siempre una descarga. Pero quizás de carácter más arriesgado que las otras. Obviamente, por el tema de la misma. Me refiero al poema de Pedro Mir, Elegía del 14 de Junio.

Este poema fue escrito en La Habana, según supongo, días después del 14 de junio del 1959, quizás dos o tres semanas después. Eso supongo (“Se respira a estas horas / bocanadas de aire de una atmósfera inquieta. Cruzan puñales de silencio, lívidos / puñales de silencio innominado.”). Lo he venido a conocer en el año 1966, cuando aparecía, en la prensa de Santo Domingo, entre poemas y cantos dedicados a la memoria de los Héroes de Junio. Material que yo buscaba, y leía en las fechas aniversarias de la gesta, en mi programa de radio. No estoy seguro que fuera publicado en La Habana. Pienso que de ser así, algunos de mis compañeros de exilio me hubiera mostrado la publicación donde salió, si es que yo no  la hubiera localizado antes. Aunque, a decir verdad, después de la fecha mencionada en el poema, me quedaron en La Habana muy pocos compañeros de exilio.

De tener la seguridad de que nunca fue publicada en La Habana, tendríamos la mejor confirmación de lo que yo sugiero como interpretación de este bello poema de nuestro poeta nacional. Yo entiendo que en esta elegía se mezclan las lágrimas del poeta por sus compañeros, muertos con tan poca ganancia y sus gritos de protesta contra la torpemente organizada aventura. Pero… era, en extremo, políticamente incorrecto, en aquellos días, exponer claramente tal protesta, y por eso: “Muerde la boca su vencida lengua, y chupa / la sangre airada que tiene un sabor a gente.”

Lo demás, lo que permanece más allá del tiempo transcurrido… más allá de las lágrimas y la protesta del poeta, es la gran belleza de este canto elegíaco. El más preciso, el más auténtico homenaje a los dominicanos, de diversos credos y edades, que entregaron sus vidas por una patria mejor para todos, en aquella quijotada de junio del  59.

ELEGÍA  DEL 14  DE  JUNIO

     Se respira a estas horas
     bocanadas de aire de un atmósfera inquieta.
     Cruzan puñales de silencio,  lívidos
     puñales de silencio innominado.
    Ni un rumor,  ni una hazaña secreta,
     ni un vencido poblado.

      El dolor más oscuro cava incesantemente.
     Muerde la boca su callada lengua,  y chupa la sangre airada que tiene un sabor a gente.
     Galopa la brisa con la muerte en la grupa.

      Saber que los hombres puros, los tejidos en una labor más fina que la de las arañas,  muerden y pelean sin horas ni sonidos,  sin flautas del esfuerzo ni tímpanos de hazañas.

      Ver lo que envuelve el silencio más crudo.

     Que es la lucha más firme y la fe delicada,  hecha de piedra pura y de corazón desnudo,  convertida en silencio y edificio de nada.

      Saber que aquellas frentes vestidas por la luna de una genuina palidez, sudor de sueño,  transitan por un eco de noticia ninguna,  por un triunfo sin arco y una gloria sin dueño.

      Dolidamente cruzan sus dos manos de ira los relojes callados, erguidos en la esfera.

     Es un tiempo que pasa y que parece mentira.
     Sólo la sien golpeando parece verdadera.
      Y nadie sabe nada, sólo que no se rinde 
     nunca la piedra pura y el corazón abierto.
     Y que toda esperanza se recoge en la linde  sollozada de luna de un combatiente muerto.

      Y que toda victoria tiene melancolía.
     Taciturno perfil de mariposa inquieta.
     Justa gloria, aunque no hayan ruidos sobre el tejado.
     Ni crucen en las horas solas de lejanía,
    ni un rumor, ni una hazaña secreta,
     ni un vencido poblado.

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