La Embajada se preocupa por la institucionalidad dominicana

La Embajada se preocupa por la institucionalidad dominicana

Teófilo Quico Tabar

Una nota periodística le atribuye a la Embajada de los Estados Unidos haber manifestado algunas opiniones acerca de los límites de los mandatos presidenciales. Lo que puede ser considerada como una preocupación por la institucionalidad del país. Pero ese hecho tiene importancia especial por haberse producido en un mes como el de abril, que tanto significado tiene para los dominicanos. Precisamente en su lucha por el respeto a la constitucionalidad, que es la base fundamental de la institucionalidad.
Amén de que algunos podrían entender que son atribución de los habitantes de cada nación establecer el tiempo que los gobernantes puedan gobernar, lo expuesto en la nota de la Embajada, no deja de coincidir con planteamientos, viejos y nuevos, de ciudadanos que entendemos que a nuestra democracia le conviene un sistema en el cual los presidentes se alternen cada cierto tiempo. Pero que se respete la institucionalidad, respetando lo que establece la Constitución.
He repetido muchas veces, que en ningún país podrá haber institucionalidad nacional, mientras cada uno de sus organismos e instituciones no se institucionalicen formalmente. Porque lo nacional es el producto de las partes. Eso quiere decir, que tanto los partidos, los sindicatos, asociaciones profesionales, como los organismos del Estado, tienen que institucionalizarse.
Pero qué bueno que el tema de la duración de los mandatos se vuelva a plantear de nuevo. Pero que se haga despojado de cualquier tinte que pudiera mostrar algún interés partidario. Que analicemos, todos los sectores, si lo que le conviene al país es que los presidentes puedan reelegirse por dos o tres períodos consecutivos; si debe continúan con dos períodos consecutivos y nunca jamás; o como entendemos otros, desde hace tiempo y sin zigzaguear, que volvamos a la figura de que los presidentes solo puedan gobernar por un período de cuatro años, sin posibilidad de reelección, pero que cuatro años después puedan postularse nuevamente.
Lógicamente, cada grupo quisiera que se apliquen y modifiquen las leyes según les convenga en un determinado momento. Pero lo que más le conviene a nuestra democracia institucional es, que esa disposición se establezca constitucionalmente por un período de tiempo largo, y que se le ponga candado para evitar que se modifique antes del tiempo establecido.
Eso, aunque la poca visión de algunos sectores no les permita ver sus bonanzas, le abre camino al fortalecimiento institucional y al surgimiento de nuevas posibilidades de liderazgos nacionales dentro de los partidos y la sociedad. Lo que no significa que los liderazgos ya establecidos pierdan oportunidades o vigencia, sino que los obliga a mantenerse, actuar cada vez mejor, ser más consecuentes y sobre todo precavidos.
Toda intención o sugerencia dentro del concepto de institucionalidad, resulta altamente positiva. Un reconocimiento a que las luchas libradas por los pueblos, a pesar de las resistencias que se hacían en el pasado, no fueron en vano.
Qué bueno que sectores importantes se den cuenta de que el respeto a las decisiones de los pueblos, es parte de la institucionalidad. Porque a pesar de todo, gozamos de democracia y libertad.

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